A veces creemos que los libros infantiles son sólo para entretener. Pero la verdad es que muchos de ellos son puentes. Puentes entre emociones que aún no sabemos nombrar y la posibilidad de abrazarlas con ternura.
Escribí estos cuentos porque sé lo que es buscar respuestas en medio del caos. Porque vi cómo un personaje puede convertirse en un amigo. Y cómo una historia puede enseñarnos a perdonar, a confiar, a empezar de nuevo.
Cada cuento que comparto nace desde ahí: del deseo de acompañar a quien necesita un abrazo, una palabra, una señal de que no está solo.
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