Durante mucho tiempo hice lo que se supone que hay que hacer para estar bien.
Dormía 7–8 horas, comía lo más saludable posible, entrenaba…
Pero aun así, me despertaba sin ganas, con la mente nublada y una sensación constante de agotamiento.
Lo peor era la confusión.
Me preguntaba: “¿Estoy haciendo algo mal? ¿Por qué me siento así si estoy haciendo todo bien?”
Hasta que entendí que no era lo que faltaba en mi vida.
Era lo que estaba sobrecargando mi sistema sin que me diera cuenta.
El problema no eran los grandes hábitos.
Era una suma de pequeños hábitos invisibles que me drenaban a diario:
- Revisar el celular apenas abrir los ojos
- Comer apurado, sin atención
- Estar en multitarea constante
- Saltarme pausas “porque no tenía tiempo”
- Cerrar el día con ruido digital en lugar de calma
Cada uno, por sí solo, parecía inofensivo.
Pero juntos… me estaban quitando energía, foco y bienestar.
Entonces probé algo distinto.
No hice un gran cambio.
Solo me di 7 días para reiniciar mi sistema desde lo más básico.
Cada día, me enfoqué en eliminar 5 microhábitos que sabía que me estaban afectando…
…y en reemplazarlos por otros igual de pequeños, pero que nutrieran mi cuerpo y mi mente.
Los resultados fueron brutales:
✅ Dormía mejor sin hacer nada raro
✅ Sentía energía más estable
✅ La mente se volvió más clara y presente
✅ Volvieron las ganas reales de crear, decidir, avanzar
Y todo sin motivación forzada. Solo quitando lo que me pesaba.
A veces no necesitamos más fuerza de voluntad.
Solo necesitamos menos fricción interna.
Si estás en un momento donde sientes que algo no cuadra —aunque “hagas todo bien”—, te entiendo.
Yo también estuve ahí.
Y a veces, lo que necesitas no es más información, sino espacio para escucharte y volver a lo esencial.
Eso fue lo que me devolvió la energía.
Quizás a ti también te funcione.
Comentarios ()