Educar a nuestros hijos es aprovechar la oportunidad que nos brinda la vida; es algo que no se debe echar en saco roto. Lo que trato de exponer en este pequeño, pero muy significativo libro, es dar a conocer que la vida está llena de magníficas oportunidades que son puestos vacantes para quien reúna los requisitos arriba mencionados. Muchos decimos tener esos requisitos, sin embargo no es así; hay que recuperar la dignidad si se cree que se ha perdido y apoyarnos en la educación que nuestros padres, maestros y antepasados nos heredaron, que es en esencia, “el valor”; no el valor de la valentía de luchar uno contra el otro si no el valor, la raíz principal de nuestra existencia como seres humanos, valores arraigados que poco a poco se pierden hoy en día y que debemos recuperar para bien de nuestras generaciones.
La educación depende de nosotros como padres. A los hijos por desde pequeños, hay que saberles inculcar el amor, empezando por ellos mismos, por sus padres y por sus semejantes, el respeto y enseñarles a sentirse plenos y satisfechos con los logros que ellos mismos alcancen y con todo lo que aprendan en el transcurso de los años.
Nuestros hijos son y serán nuestro reflejo, como los quieras ver los verás, así que si los quieres ver triunfadores o perdedores la decisión está en nosotros como padres.