Lanzarote y La Graciosa - Islas de Lava y Sal
Al norte de Lanzarote, separada por apenas un kilómetro de mar, emerge La Graciosa: pequeña, silenciosa, sin carreteras asfaltadas y con alma de isla secreta. Juntas forman un binomio geológico y emocional que define el extremo oriental del archipiélago canario. Lanzarote, con sus paisajes de fuego, arquitectura blanca y volcanes dormidos, es la puerta de entrada.
La Graciosa, con sus playas doradas y calles de arena, es la pausa perfecta.
Ambas pertenecen al Archipiélago Chinijo, el conjunto de islas más septentrional de Canarias, y comparten historia, ecosistema y vínculos humanos. Administrativamente, La Graciosa depende del municipio de Teguise (Lanzarote), y su acceso se realiza exclusivamente por mar, desde el puerto de Órzola. Esta cercanía permite al viajero combinar rutas, alojamientos y experiencias entre las dos islas, descubriendo contrastes sutiles y armonías profundas.
Explorar Lanzarote y La Graciosa es recorrer un territorio donde el volcán, el viento y la luz han moldeado no solo el paisaje, sino también la forma de vivir. Aquí comienza tu viaje entre cráteres, salinas, playas escondidas y pueblos que aún conservan el tiempo lento.