La llama de una idea, enciende el pensamiento como incienso, desprendiendo poco a poco el aroma de la acción.
Cenizas del "no acierto" flotan sobre el apoyo, mientras el propósito, como el alma de un cuerpo desdoblado, se eleva hasta el techo, sobrepasando los obstáculos.
Vientos necesarios agitan el cuerpo, impactando con tal fuerza que se consume. El aroma de la acción alcanza el clímax de lo visionado.
Con un dejo de nostalgia, casi llegando al punto de consumación, emerge la dualidad de la alegría y la melancolía al transformarse, también en arte.
De pronto exhala su último suspiro, con la mirada fija en una estrella, no sin antes imaginar las nubes como un puente hacia su destino.
Su esencia se funde en el baile caótico del viento, se integra en el sinfín armonioso del todo.
Atte:
Manúv