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Aspectos culturales en el entendimiento y la respuesta a la adicción.

El uso de sustancias psicoactivas y nuestras interpretaciones de sus efectos están afectados por la cultura. Los patrones típicos de consumo incluyen el uso medicinal, el uso regular habitual, el uso en fiestas y otros usos intermitentes. Un cuarto patrón, el uso adictivo o dependiente, fue una conceptualización surgida posteriormente.

Los aspectos culturales pueden tanto alentar como desalentar el consumo, pueden hacer que éste sea mas o menos problemático y también determinan las respuestas al uso de sustancias, incluido el manejo social de situaciones y personas problemáticas, produciendo diferencias entre las culturas, en el contexto institucional y profesional sobre su manejo. En el mundo moderno, hay una considerable difusión entre las culturas, y las sociedades multiculturales, de las pautas de consumo de alcohol o drogas que además suelen servir como distinciones. A pesar de toda la difusión, persisten las diferencias culturales en cuanto a las ideas, los hábitos de consumo y las respuestas al uso de sustancias psicoactivas.

A menudo, al discutir estos factores, nos enfrentamos a situaciones multiculturales, con una gran diversidad de culturas o subculturas. En tales situaciones, las normas y comportamientos particulares pueden servir como diferenciación entre grupos; donde la mayoría de la gente bebe alcohol, por ejemplo, la abstinencia de alcohol puede convertirse en la diferencia para los musulmanes o los mormones.

También utilizamos el término "cultural" para referirnos a los "mundos sociales" dentro de una sociedad en la que se comparten entendimientos, normas y comportamientos pero en la que las fronteras culturales son menos marcadas. Por ejemplo, se puede hablar de un mundo social de bebedores, que conocen el comportamiento esperado en el bar en una sociedad determinada. ¿Se espera que los hombres bebedores se compren bebidas unos a otros, o cada uno paga por sí mismo? ¿Qué señales se envían entre un hombre y una mujer cuando él le compra un trago y ella lo acepta? En algunas culturas, por ejemplo, "cuando los hombres compran bebidas para las mujeres, esto puede interpretarse como una negociación para una mayor intimidad". Las respuestas a tales preguntas serán obvias para aquellos dentro del mundo social, pero puede que no lo sean para los de afuera.


Expectativas culturales y definiciones de sustancias psicoactivas y sus efectos

Por definición, las sustancias psicoactivas cambian nuestro estado mental, pero la forma en que interpretamos ese cambio, y la forma en que nos comportamos drogados o borrachos, está fuertemente influenciada por el "escenario", el cual incluye las expectativas sobre los efectos, que a su vez están influenciadas por factores culturales y por la experiencia previa con la sustancia.

Se pueden distinguir tres pautas sociales de consumo de drogas psicoactivas como típicas: el uso médico, el uso regular habitual y el uso intermitente. En muchas sociedades tradicionales, algunas drogas se han limitado al uso medicinal, es decir, el uso bajo supervisión para aliviar la enfermedad o la angustia mental o física. Durante varios siglos, después de que la técnica de destilación de bebidas alcohólicas se difundiera, por ejemplo, las bebidas alcohólicas se consideraban principalmente como medicamentos. Esta forma de enmarcar el uso de las drogas se ha ido perfeccionando y es sometido a control oficial en el estado moderno, mediante un sistema de prescripción, en el que los médicos escriben las recetas y las droguerías las surten. Sin embargo, junto con este sistema, en muchas sociedades, también hay disposiciones legales sobre lo que se denominan medicinas naturistas, alternativas o complementarias, algunas de las cuales tienen propiedades psicoactivas. Las drogas incluidas en el sistema de prescripción suelen estar prohibidas para usos no médicos.

Cuando una droga se convierte en un acompañamiento habitual de la vida cotidiana, su psicoactividad pasa desapercibida, como ocurre con un fumador habitual de cigarrillos. En las culturas del sur de Europa, el vino suele diferenciarse del "alcohol" embriagador; se espera que los bebedores de vino mantengan su comportamiento original después de beber, esto puede denominarse una pauta de uso banalizada (un agente psicoactivo potencialmente poderoso se domestica y se convierte culturalmente en un artículo de la vida cotidiana que está disponible con relativa libertad en el mercado).

El uso intermitente (en fiestas o sólo los fines de semana) minimiza la tolerancia (necesidad de mas cantidad o mayor frecuencia para obtener el mismo efecto) de una droga, y en ese contexto es probable que se preste la mayor atención a las propiedades psicoactivas de la sustancia. La droga puede ser entendida tanto por el usuario como por otros como si hubiera tomado el control del comportamiento y, por lo tanto, explicar el comportamiento inesperado, ya sea malo o bueno. Dependiendo del poder que se atribuye a una sustancia, el acceso a ella puede estar limitado (en las sociedades tradicionales por reglas de comportamiento clave para las diferenciaciones sociales, y en las sociedades industriales por otras formas de restricción del mercado, incluida la prohibición total).

En las sociedades modernas se reconoce comúnmente una cuarta pauta de uso, el uso adictivo o dependiente que se caracteriza por el uso regular, a menudo de grandes dosis. Cuando ese uso no se define en la sociedad como banalizado, la adicción tiende a definirse como un fracaso individual mas que como un patrón social. Conceptualizar el uso excesivo repetido en términos de adicción significa que la categorización se convierte en una explicación de por qué el patrón de uso continúa, a pesar de los problemas para el individuo. Así pues, el concepto no se centra en la pauta de uso en sí misma, sino más bien en una aparente incapacidad de controlar o abstenerse de consumir a pesar de las consecuencias negativas.

El concepto de adicción se estableció para el alcohol en la comprensión general de las sociedades europeas. En particular, cuando surgieron movimientos de “temperancia” en respuesta a las intensas olas de consumo de alcohol que acompañaron la Revolución Industrial, la idea de la adicción se convirtió en un uso común como explicación de por qué la recaída era común entre los miembros de la temperancia que habían prometido dejar de beber. Sin embargo, como la terminología de las sustancias psicoactivas ha cambiado en la Clasificación Internacional de Enfermedades, de "alcoholismo" y "adicción" a "dependencia", en la undécima revisión de la CIE, irónicamente, un término derivado de "adicción" aparece sólo con respecto a "conductas adictivas" como el juego, ahora clasificado junto con los trastornos por consumo de sustancias. Pero aunque el concepto de adicción se ha difundido en muchas culturas y se aplica a una gama de comportamientos que, van mas allá del uso de sustancias, hay diferencias sustanciales en la comprensión cultural de lo que el concepto caracteriza e implica.


Normas relativas al consumo y al comportamiento relacionado.

El uso de sustancias psicoactivas en cualquier sociedad o grupo cultural está estructurado por normas relativas al uso y al comportamiento, durante y después del consumo. Las leyes y reglamentos sobre estas cuestiones, como las leyes que prohíben la venta o el uso a personas menores de cierta edad, o que prohíben conducir después del consumo, pueden describirse como normas formales. Tan importantes como la estructuración del uso son las normas informales relativas al uso, que a menudo están muy diferenciadas según el contexto social y la posición demográfica y social del usuario. La división de Bruun, entre controles en las fases de uso, pauta y consecuencias, ya sea que el uso se desautorice totalmente, que haya controles en la pauta o controles destinados a aislar el uso de las consecuencias adversas, describe las principales estrategias de las normas formales e informales para limitar los daños derivados del uso de sustancias.

Es importante señalar que las normas pueden alentar el uso a edad temprana, incluso el uso intensivo, así como desalentarlo, y pueden hacer que el uso sea más riesgoso o más problemático. El consumo excesivo de alcohol o drogas no siempre es una cuestión de elección individual, pero en determinados contextos sociales puede ser una fuerte expectativa. Tomando el alcohol como ejemplo, en las culturas en las que se acostumbra a hacer rondas de compras, una vez que se ha establecido la ronda, un hombre que bebe con un grupo de amigos se enfrentará a una fuerte expectativa de quedarse y beber tantos tragos como hombres haya en el grupo. En algunos grupos, la bebida competitiva es una norma: "el rechazo a beber significa el rechazo a comprometerse con el otro en términos de igualdad y respeto". Los compañeros de bebida se turnan para desafiarse a desocupar la copa, y las copas se invierten inmediatamente después para probar que el licor ha desaparecido". Entre algunos jóvenes adultos, los juegos de beber, que se imponen como un ritual de grupo, cumplen la función de "emborracharse rápidamente para amplificar los efectos de la bebida (menos timidez y desinhibición). Así pues, las expectativas culturales pueden facilitar el consumo excesivo de alcohol e incluso imponerlo, de modo que, en algunas circunstancias, la adicción o dependencia podría estar localizada en los niveles colectivos en lugar de en la mente o el cuerpo del individuo.


Factores culturales en las respuestas al uso de sustancias.

La intoxicación y el consumo habitual de sustancias psicoactivas pueden ser problemáticos de muchas maneras para quienes están alrededor del usuario, y las sociedades y culturas responden de muchas maneras en los esfuerzos por limitar o prevenir estos problemas. Las respuestas informales de quienes rodean al bebedor, al fumador o al consumidor de drogas son muy comunes, a niveles que van desde la ceja levantada de un cónyuge hasta una discusión agotadora.

Las sociedades también responden a los problemas de alcohol y drogas en niveles más formales. En el mundo moderno, hay una considerable uniformidad entre las sociedades en la lista general de agencias y profesiones con responsabilidad en el manejo social de situaciones y personas problemáticas. En la mayoría de las sociedades son los hospitales, otros servicios de salud, profesionales, policías, jueces, instituciones de bienestar social, trabajadores sociales, iglesias y otras instituciones religiosas Etc.; pero ninguno de estos tiene una custodia clara e invariable de los problemas de alcohol y drogas. Típicamente, todos ellos manejan alguna parte de los problemas de drogas y alcohol, pero no son centrales en la jurisdicción de ninguno de ellos. El resultado es una diversidad de modelos que compiten entre sí en el manejo de los problemas de alcohol y drogas. Como un eminente médico de la adicción, Norman Kerr, dijo a finales del siglo XIX, "en la embriaguez de todos los grados y de cada variedad, la Iglesia ve sólo el pecado; el Mundo solo el vicio y el Estado solo el crimen, y , por otro lado, la profesión médica ve una enfermedad”.

Hay diferencias culturales características en la ubicación del manejo de los problemas de alcohol y drogas. En el caso de los problemas de alcohol, por ejemplo, el sistema de asistencia social ha sido el lugar central tradicional en varios países; las clínicas de hígado dentro del sistema médico han desempeñado un papel importante en Francia e Italia; la psiquiatría ha tenido un papel principal en Suiza y Austria y también es cierto que, en una sociedad determinada, el manejo de los problemas de alcohol y drogas ha cambiado con frecuencia a lo largo del tiempo, en particular porque se trata de problemas en los que cualquier solución que esté en vigor parecerá inadecuada. Como señaló Bruun sobre la historia finlandesa del manejo social de los problemas de alcohol, "las constantes frustraciones relativas a la relativa falta de éxito en la lucha contra el alcoholismo hicieron que [Finlandia] se moviera compulsivamente de un modelo [de respuesta] a otro".

Las respuestas a los problemas de alcohol y drogas, tanto informales como formales, están, por lo tanto, tan sujetas a las definiciones y normas culturales como el uso de sustancias y sus comportamientos relacionados. Las respuestas están influenciadas tanto por las definiciones y normas culturales relativas a su uso, como por las creencias y prácticas culturales relativas a las respuestas apropiadas. En el caso de las respuestas formales, también entran en juego las comprensiones y prácticas culturales y sociales generales relativas al manejo de los problemas sociales y de salud.


Influencias y difusión interculturales.

Casi ningún grupo cultural en el mundo moderno está completamente solo. Una solución particular a un conjunto de problemas que funcionó en las condiciones culturales de una sociedad, puede viajar lejos. Así, por ejemplo, hay mucho acerca de las ideas y la organización de Alcohólicos Anónimos (AA) que refleja los entendimientos y prácticas culturales en una sociedad particular, los Estados Unidos. Pero AA se ha difundido ampliamente en todo el mundo, en culturas con considerables diferencias con la sociedad estadounidense. Aun así, está claro que los patrones de difusión de AA muestran aspectos propios de las sociedades en las que han florecido, y estos aspectos nos dicen algo tanto sobre las características centrales de AA, como sobre los patrones de la cultura. Hasta cierto punto, las prácticas de AA se han adaptado a la cultura local e incluso en los casos en que AA se consideraba culturalmente extraño de alguna manera, la noticia de su existencia estimuló adaptaciones consideradas como culturalmente más agradables, y a menudo el resultado ha sido que AA y su adaptación han coexistido codo con codo.

Ya hemos mencionado anteriormente la necesidad de que los grupos culturales de las sociedades multiculturales se definan a sí mismos por separado, y las prácticas de consumo de alcohol o drogas se utilizan con bastante frecuencia como marcadores de esas distinciones. Por otra parte, es evidente que también hay cierta asimilación: los grupos de inmigrantes asumen prácticas de la sociedad receptora, formando a menudo un nuevo grupo cultural. Las influencias y la difusión también son comunes entre las sociedades y las culturas. Esas influencias son ejercidas por cuatro fuerzas principales: los medios de comunicación, los productores y otros agentes económicos, los organismos y acuerdos intergubernamentales y las profesiones. Los reportajes de noticias, los espectáculos televisivos y ahora también los canales de Internet, transmiten información e imágenes entre grupos culturales, tal vez en particular entre las culturas juveniles de diferentes sociedades. En un mundo cada vez más globalizado, con barreras comerciales cada vez menores, las empresas multinacionales y otros agentes económicos (y sus equivalentes en los mercados de drogas ilícitas) ensayan activa e incansablemente métodos y materiales de promoción que han funcionado en otros lugares, en nuevos entornos culturales. La difusión y la influencia también fluyen a través de los tratados internacionales sobre drogas y tabaco, y los organismos que los aplican, así como cada vez más a través de otros organismos como las organizaciones internacionales no gubernamentales en una comunidad política transnacional. Los médicos, la policía y otros profesionales, a través de sociedades profesionales, revistas, boletines y reuniones, difunden ideas, pruebas y prácticas a nivel internacional.

A pesar de toda la difusión, las diferencias culturales persisten. En lo que respecta a las diferencias culturales en el uso de sustancias psicoactivas, los problemas, y las respuestas sociales y culturales, es posible señalar tendencias tanto de cambio como de permanencia y tanto de convergencia como de divergencia, según donde se mire. Al pensar y actuar en todas las culturas en relación con el alcohol y otras drogas, es conveniente tener en cuenta que incluso las cuestiones que se dan por sentadas en una sociedad o cultura determinada, o que se supone que son universalmente válidas en el pensamiento de una profesión, suelen entenderse de manera diferente en las distintas culturas.