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Decisiones

!No tenemos control de nada! Aunque continuamente repetimos esta frase con la intención de despojarnos de todo afán, y si bien es cierto que todo componente externo de una situación está "fuera de nuestro control", no nos es del todo sano descansar en este pensamiento, pues hay algo que sí controlamos y son nuestras decisiones. A veces preferimos cerrar nuestros oídos al conocimiento que se alberga en nuestra conciencia sólo por no tener que enfrentarnos a ella, pero la Biblia alude a que la Ley de Dios está escrita en nuestros corazones y de ahí nace la voz de nuestra conciencia, la misma que queda cauterizada cuando nos hacemos el hábito de ignorarla.


Retomando el testimonio del artículo anterior con ánimo de abundar en este tema, les cuento: ahí estaba yo frente a la incubadora neonatal, no quería ver la triste imagen de mi bebé lleno de pinchazos de los análisis que le hubiesen repetido durante sus primeros diez días de vida cada 12 horas; justo estaba siendo transfundido y el suero iba a una de sus venas en el cuello. Tengo en mi círculo de amigos a queridos profesionales de la salud y sé bien que cuando te piden que entres a ver a tu familiar en estado crítico, generalmente es parte del protocolo sentimental de una despedida. Ahí me quedé pasmada delante de él, era Agosto (el mes de las temperaturas más altas en Cuba) pero yo temblaba en aquel cuarto frío. Y entonces escuché: "mamá, cántale!" Miré a mi alrededor pero la habitación estaba vacía. Mi realidad se resumía en mis ganas de llorar. Como si un parabrisas nublado lo impidiera, intentaba ver el futuro de mi nene pero no lo conseguía, esto hizo que el temor se apoderara de mí. Fue entonces que recordé un mensaje de mi pastor de Cuba que me había marcado: "mi realidad no es la verdad". La verdad ya está escrita y la verdad vive, la verdad es un Cristo que dio su vida y me dio una provisión de sanidad.

Tenía esta lucha dentro de mí de querer rendirme en el suelo o de cantar con la voz más dulce que pudiera salir de mi alma, y canté. Canté y la habitación fue entrando en el calor de la gloria de Dios, canté y esto pasó dentro de mí: cómo puede ser que yo no tenga el control del estado en el que se encuentra mi hijo pero esto no cambia mi deseo de dar todo a cambio de su salud? Sin embargo Dios, mi amado, Él si tenía todo el poder para cambiar la situación de su hijo en la cruz, y sumido en el dolor más profundo de verlo totalmente herido, decidió no hacerlo por amor a mí. Qué viste en mí para amarme así?

De repente mi sentimiento cambió de temor hacia el más sincero arrepentimiento y el más profundo amor.


Decidimos creer o temer, amar u odiar, perdonar o vengarnos, inspirar o engañar...nuestras decisiones nos ubican en diferentes posiciones ante los agentes externos de los cuales no tenemos el control, así tal desafío, lejos de ahogar nuestro sentido de vida, puede convertirse de repente en un pase para el siguiente nivel.


Nuestras decisiones no solo intervienen en nuestro destino, más importante aún, marcan nuestro legado y se convierten en la herencia de nuestra descendencia. Por lo que tomar la decisión más fácil, rendirse, entristecerse, pecar, etc., esto puede convertirse de repente en una sentencia maldita para nuestra descendencia. Nuestro ego a veces impide que analicemos la repercusión de nuestras decisiones en los que nos rodean. No me jacto de haber tomado buenas decisiones toda mi vida, pero si de algo sirvió equivocarme es para estar sujeta de la gracia de Dios con todas mis fuerzas, sin Su Espíritu sé que no puedo lograrlo.


Como dato curioso sobre el efecto de nuestras decisiones en nuestra descendencia te comento que desde ese día Franco no ha dejado de cantar. Todo el que lo cargó de bebé y hasta la fecha quienes lo conocen saben que en toda actividad que está realizando, siempre tararea una melodía. Él dice que es un superpoder que Dios le dio, y yo lo creo!


En resumen te puedo decir que independientemente de la situación que enfrentas, recuerda que puedes tomar la mejor decisión basada en la verdad de la palabra de Dios y no en la realidad de tu diagnóstico, que el Dios de toda gloria y Su palabra te lleve en la senda de Su paz, Jesús vive.


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