¿Y si este no fuera el único mundo?
Los científicos más brillantes del planeta han considerado seriamente la posibilidad de los mundos paralelos. Universos coexistentes donde las realidades se bifurcan, donde todo lo que pudo haber pasado, quizás sí pasó… en otro lugar. Esta idea, que parece de película, nace de la física cuántica, y no solo desafía nuestra lógica, sino que también revela algo que muchos humanos, en su interior, siempre han presentido: hay algo más.
Lo mismo ocurre con el espacio. Nos han enseñado a ver los planetas flotando en un supuesto vacío, pero la gran mayoría de las personas desconoce que la ciencia ha descubierto que ese "vacío" en realidad está lleno de una sustancia misteriosa llamada materia oscura. Según la NASA, esta materia invisible compone aproximadamente el 85% del universo, y aunque no se puede ver ni tocar, su presencia se deduce por los efectos gravitacionales que ejerce sobre galaxias y cuerpos celestes.
Recientemente incluso, en 2022, un grupo de científicos de la Universidad de Cambridge reportó la existencia de un nuevo tipo de "color", denominado “oslo”, que no pertenece al espectro visible tradicional. Es una experiencia perceptual generada por estímulos que el ojo humano no puede procesar como un color ordinario. Es real, pero no visible.
Y entonces, ¿qué más hay ahí afuera que no podemos ver? ¿Qué realidades nos rodean y escapan a nuestra percepción?
Esta pregunta nos conduce a algo aún más trascendental: la existencia de una realidad espiritual que supera cualquier límite físico o natural. Así como los científicos buscan otros universos con sus telescopios y fórmulas, nosotros entendemos, por la Palabra de Dios, que existen dos reinos paralelos al mundo natural: el reino de la luz y el de las tinieblas.
Cada decisión que tomamos, cada paso que damos, tiene repercusiones en uno de estos dos reinos. No existe un espacio neutro.
Todos pertenecemos a uno de los dos. No por lo que sentimos, sino por lo que elegimos creer, obedecer y vivir.
Queremos enseñarles a nuestros hijos esta verdad: que aunque no se vea, el mundo espiritual es más real que lo visible. Y que su pertenencia no está en el aire, sino en el reino que elijan habitar.
Jesús mismo nos reveló esta verdad al decir: “Mi reino no es de este mundo.”
(Juan 18:36)
Él no vino a establecer un sistema político como muchos pensaban, sino a manifestar un reino espiritual que transforma desde adentro.
En otra ocasión, anunció con autoridad: “Si yo por el dedo de Dios echo fuera los demonios, ciertamente el Reino de Dios ha llegado a vosotros.”
(Lucas 11:20)
El Reino de Dios no es una utopía ni una idea moral. Es un gobierno real, operando desde lo invisible para redimir lo visible. Es un reino de luz, de justicia, de verdad…
Pero Jesús también reconoció la existencia de un reino contrario: “…nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al Reino de su amado Hijo.”
(Colosenses 1:13)
Esto no es fantasía espiritual ni metáfora. Hay un sistema de tinieblas activo, que influye en pensamientos, decisiones y culturas enteras. Cada acción que tomamos se alinea con uno u otro reino.
Pero no solo nuestras decisiones… también nuestras palabras, como está escrito en Proverbios: "La muerte y la vida están en poder de la lengua…”
Desde el principio, “Dijo Dios: sea la luz, y fue la luz” (Génesis 1:3). El universo no comenzó con materia, sino con palabra.
Nuestras palabras son semillas que activan lo invisible. Cada conversación, cada declaración que hacemos, puede dar vida o extender tinieblas.
Toda palabra que pronuncias es una llave que abre puertas en un reino u otro. Habla con sabiduría, actúa con propósito, y elige siempre la luz.
Así como hay realidades que la ciencia apenas comienza a detectar, también hay verdades espirituales que solo se comprenden cuando se vive con los ojos del corazón abiertos. Pronto te estaré hablando
más sobre estos "mundos paralelos".
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