No se trata solo de decir "soy cristiano". Vivir como hijo de Dios es una transformación diaria, una identidad que cambia nuestra manera de pensar, amar y actuar.
1. Eres adoptado por el Padre
"Mas a todos los que le recibieron... les dio potestad de ser hechos hijos de Dios." — Juan 1:12
Ser hijo de Dios no es automático. Es un regalo que se recibe por fe en Jesús.
2. Tienes una nueva naturaleza
Cuando nacemos de nuevo, ya no somos esclavos del pecado. Tenemos un nuevo corazón que desea agradar a Dios.
"Si alguno está en Cristo, nueva criatura es..." — 2 Corintios 5:17
3. Hay evidencia de esa identidad
Los hijos de Dios reflejan Su carácter: amor, verdad, justicia. No somos perfectos, pero avanzamos en santidad cada día.
"Sed imitadores de Dios como hijos amados..." — Efesios 5:1
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