A lo largo de este recorrido, hemos profundizado en la esencia de nuestra marca. Ahora, no solo comprendemos el entorno en el que operamos y hemos analizado a nuestros competidores, sino que también hemos delineado con precisión nuestro elemento diferenciador. Hemos definido con claridad nuestros valores y la misión que guía a nuestra empresa o pyme.
Ahora, el siguiente paso crucial es responder a la pregunta: ¿Qué vendemos? A menudo, como emprendedores, nos quedamos en la descripción genérica de nuestras actividades. Por ejemplo, si nuestro emprendimiento se centra en la impresión 3D, nos limitamos a ese aspecto y no exploramos otras facetas que podrían enriquecer la percepción de nuestro consumidor. Nos enfrentamos al desafío de comunicar eficazmente que más allá de la impresión de figuras 3D o la creación de hermosas agendas, ofrecemos un servicio personalizado y a medida.
Para descubrir qué vendemos o cuál es nuestro producto “estrella”, es crucial someternos a preguntas incómodas y responderlas con sinceridad:
- ¿Cómo describo físicamente mi producto?
- ¿En qué se diferencia físicamente de los productos de la competencia?
- ¿A qué necesidad responde?
- ¿Por qué los clientes deberían elegir mi producto en lugar de uno de la competencia?
- ¿La diferencia de valor se debe a una menor calidad en mi producto?
- ¿Para quién está diseñado?
- ¿Qué tipo de personas utilizarán mi producto?
- ¿A quién está destinado mi producto?
Estas preguntas demandan respuestas claras y precisas; ningún emprendedor o empresario puede permitirse dudar al enfrentar estas interrogantes fundamentales.
Es crucial entender que producto y servicio no son lo mismo, y por ende, no pueden abordarse con las mismas estrategias. Aquí hay cinco diferencias fundamentales entre ambos:
- Tangibilidad: El producto es tangible, físico y se puede tocar, mientras que el servicio es intangible, no tiene una presencia física.
- Estandarización: Los productos pueden ser estandarizados cuando todos son iguales y cumplen la misma función. En cambio, los servicios son personalizados y se adaptan a las necesidades individuales de cada consumidor.
- Producción/Consumo: Los productos se producen previamente y luego se consumen, mientras que los servicios se crean y consumen simultáneamente.
- Manipulación: Un producto puede ser defectuoso desde el principio, pero un servicio se evalúa según la percepción del cliente durante y después de la prestación.
- Perecederos: Los productos pueden almacenarse sin perder calidad, pero los servicios son perecederos, ya que no se pueden almacenar y suelen estar vinculados al tiempo.
Esta distinción es esencial para adaptar las estrategias de marketing y venta de acuerdo con la naturaleza específica de lo que ofrecemos.
Además, es crucial considerar que cuando nuestro producto o servicio tiene un alto valor, la propuesta o beneficio ya no se limita a lo funcional, sino que adquiere una dimensión emocional. Aquí, la exclusividad y el deseo se entrelazan para motivar la adquisición. En este contexto, la experiencia del cliente y la conexión emocional con la marca cobran una importancia aún mayor. La percepción de exclusividad y la generación de emociones positivas son factores clave para influir en las decisiones de compra de los consumidores en este segmento de alto valor. Es por ello que las estrategias de marketing deben centrarse no solo en las características y funcionalidades, sino también en los aspectos emocionales que hacen que el producto o servicio sea verdaderamente inolvidable y único.
Conclusión
Cerrando este análisis reflexivo, responder a la pregunta «¿Qué vendo?» No solo se trata de señalar el producto o servicio de manera superficial. Implica sumergirse en un conocimiento profundo de lo que ofreces, entender sus atributos distintivos, reconocer sus posibles fallos y, lo que es más crucial, comprender quiénes son los destinatarios ideales y por qué. Este discernimiento va más allá de una simple descripción; es la llave maestra para el crecimiento emprendedor. Con esta comprensión, no solo vendes un producto, sino que ofreces una solución única y valiosa que responde a necesidades específicas, creando así un vínculo significativo con tus clientes. Este conocimiento íntimo de lo que vendes es la brújula que te guiará hacia el éxito y te permitirá innovar y adaptarte en el dinámico mundo del emprendimiento.
