
ACOGIDA Y ALOJAMIENTO GENEROSO
Prefacio del autor
A la luz de esta era digital, mientras nos acercamos al final del siglo, los desafíos relacionados con la hospitalidad, las migraciones y la compasión humana se presentan ante nosotros con una nueva intensidad.
En nuestras vidas profesionales, sociales y espirituales, la omnipresencia del smartphone, especialmente de los dispositivos Android, parece a menudo primar sobre los valores fundamentales de decencia y acogida cálida.
No es raro cruzarse con agentes de servicios públicos totalmente absorbidos por sus pantallas, ignorando la simple cortesía de un saludo. La mayoría de las veces, el personal se encuentra atrapado en los laberintos de las redes sociales, relegando las interacciones humanas a un segundo plano.
Si no revisamos nuestra percepción de los extraños, corremos el riesgo de desconocer a Dios mismo y de rechazarlo detrás de apariencias indeseables. El Señor tiene esta capacidad única de disfrazarse, adoptando cualquier forma para manifestarse a nosotros. Nunca se revelará bajo una apariencia sospechosa.
En muchas situaciones, Dios se presenta ante nosotros como un mendigo, un enfermo o una persona en apuros. Por lo tanto, es nuestro deber estar atentos, especialmente nosotros que aspiramos a encontrar lo divino. Desafortunadamente, a menudo lo hemos ignorado cuando se presenta bajo los rasgos de aquellos que consideramos indignos, simplemente porque piden nuestra ayuda.
El apóstol Pablo, en Romanos 14:1, nos exhorta: «Acoged al que es débil en la fe, sin entrar en disputas sobre opiniones». Este versículo subraya la importancia de la acogida, sin importar la situación del otro.
Algunos se sentirán cómodos consumiendo todo lo que se les ofrece, mientras que otros, más frágiles en su fe, se contentarán con opciones más prudentes. Este contraste resalta nuestra responsabilidad colectiva: es imperativo respetar la posición de los visitantes y de los extraños, especialmente aquellos que se encuentran en una situación de vulnerabilidad, sin hipocresía ni discriminación.
Nuestro deber va mucho más allá de los gestos y las palabras de conveniencia relacionadas con la hospitalidad, ya sea en un entorno privado o público. Acoger generosamente a los usuarios en nuestras oficinas o a los extraños en nuestros hogares se vuelve cada vez más complejo ante la creciente indiferencia y el rechazo que observamos a nuestro alrededor. Demasiado a menudo, las personas juzgan a los demás con una desinhibición desconcertante, creyéndose superiores, lo cual perjudica el espíritu de acogida en todas las esferas de la sociedad.
Al igual que la samaritana, que en un principio rechazó a Jesús por sus orígenes judíos, debemos reconocer los peligros del favoritismo, el desprecio y la discriminación. Es al superar estas barreras que abrimos la puerta a una verdadera acogida. Debemos navegar a través de las complejidades de la actualidad, donde la seguridad, las leyes y nuestros propios valores son constantemente puestos a prueba.
Este libro pretende ser una guía, una reflexión y una exhortación a practicar la hospitalidad de manera informada y consciente. Te invito a sumergirte en estas páginas para explorar juntos la riqueza de la hospitalidad cristiana, teniendo en cuenta las realidades contemporáneas que moldean nuestro mundo. Que estas reflexiones alimenten tu corazón y despierten tu mente a la importancia de acoger a los demás con amor y discernimiento.