DEJÉ A MI ESPOSO (A) PORQUE ERA UNA "PECUECA"
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A muchas mujeres y algunos hombres les ha sucedido que creyeron haber encontrado a la persona ideal, por lo menos su comportamiento así lo indicaba, y después de un noviazgo corto decidieron formalizar una relación estable.
Una vez en convivencia, se comenzaron a desilusionar porque aquella persona dulce, respetuosa, generosa y detallista había desaparecido. Ahora lo que tenía al lado era un energúmeno, un monigote despreciable celoso (a)a, gritón(a), escandaloso (a) del (a) cual se sintieron arrepentidos(as) para que fuera su pareja de toda la vida.
Pronto había sacado la “espuela” y se mostraba autoritario (a), humillante, tacaño (a), y miserable. Pero como estaba “enamorado” (a) nunca escuchó consejos que señalaban que esa relación fracasaría, y muy pronto los conflictos saldrían a flote, haciendo caso omiso a cualquier sugerencia.
Algunos(as) valientes han optado por apartarse inmediatamente al ver tales actitudes despreciables, pero otros (as) se dan un compás de espera con la ilusión de que todo cambiará, pero en vista de que no es así, entonces deciden separarse. Y los más pendejos y faltos de carácter siguen ahí aguantando.
Esta es una reflexión para todas aquellas personas que estando en condiciones similares, trátese de hombres o mujeres, no se sacrifiquen por mantener la unión afectiva que no va para ningún lado.
Recuerde que la vida es una sola y los maltratos físicos y psicológicos no generan otra cosa que angustias, complejos y sufrimientos. Aléjese de ese, o a esa persona que no merece otro calificativo que de “pecueca”
Una vez en convivencia, se comenzaron a desilusionar porque aquella persona dulce, respetuosa, generosa y detallista había desaparecido. Ahora lo que tenía al lado era un energúmeno, un monigote despreciable celoso (a)a, gritón(a), escandaloso (a) del (a) cual se sintieron arrepentidos(as) para que fuera su pareja de toda la vida.
Pronto había sacado la “espuela” y se mostraba autoritario (a), humillante, tacaño (a), y miserable. Pero como estaba “enamorado” (a) nunca escuchó consejos que señalaban que esa relación fracasaría, y muy pronto los conflictos saldrían a flote, haciendo caso omiso a cualquier sugerencia.
Algunos(as) valientes han optado por apartarse inmediatamente al ver tales actitudes despreciables, pero otros (as) se dan un compás de espera con la ilusión de que todo cambiará, pero en vista de que no es así, entonces deciden separarse. Y los más pendejos y faltos de carácter siguen ahí aguantando.
Esta es una reflexión para todas aquellas personas que estando en condiciones similares, trátese de hombres o mujeres, no se sacrifiquen por mantener la unión afectiva que no va para ningún lado.
Recuerde que la vida es una sola y los maltratos físicos y psicológicos no generan otra cosa que angustias, complejos y sufrimientos. Aléjese de ese, o a esa persona que no merece otro calificativo que de “pecueca”