Don Carmelo
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Esta es la historia de Don Carmelo Paganini, un hombre viudo pisando los setenta años de edad, quien logró vivir con una intensidad asombrosa, particulares experiencias de vida, las que tuvo como común denominador el amor, la pasión, el ímpetu, el ardor, la desesperación y determinadas grajeas de perversión hacia un ser vulnerable, sensible, ingenuo, pero a su vez sorprendentemente erótico como lo ha sido Solange Barreiro, su hija adoptiva, su amante, su obsesión y a su vez su juguete sexual.
Sol era una muchacha con Síndrome de Down iniciando su segunda década de vida, luego de haber sobrevivido a determinadas circunstancias desfavorables en su adolescencia, mismas que la privaron de tener una vida normal como cualquier muchacha de su edad y bajo las características propias de un ser con capacidades diferentes.
La joven había crecido en un ámbito hostil, protegida por padres de muy avanzada edad, enfermizos y con una debilidad social, económica y familiar que no les permitirían cobijar convenientemente a la muchacha y salvaguardarla de muchos agentes externos que la intentaban mellar, tanto desde lo físico, como también desde lo emocional.
La chica se vería sometida a cuanto abuso, abandono y desidia habría de recaer sobre su indefensa realidad. Necesitada de afecto y protección, encuentra a Don Carmelo como el proveedor ideal que le abastezca de amor, cobijo, amparo y fundamentalmente que le resuelva aquellas pulsiones sensoriales que a una veinteañera le iban apareciendo en ese derrotero hormonal que suelen experimentar las mujeres en su post adolescencia, y fundamentalmente en el camino a la madurez sexual.
Don Carmelo era el proveedor de todo eso y mucho más; el viejo se transformó en su papá y su mamá, con todo lo que eso significa en cuanto a asistencia médica, vestimenta y educación. Fue su maestro y el guía que la llevaría por el camino de la vida, el proveedor de sensaciones intensas, perversas, prohibidas y a su vez el generador de esa confianza ante los afectos, que la propia Sol había perdido en el derrotero de su pasado reciente.
Este libro intenta delinear una historia con connotaciones psicológicas, médicas, humanas, familiares, y hasta legales, puntualizando el daño que las pasiones mal dirigidas pueden afectar a personas frágiles, tanto en su cuerpo, en su mente, como también en su alma.
Sol era una muchacha con Síndrome de Down iniciando su segunda década de vida, luego de haber sobrevivido a determinadas circunstancias desfavorables en su adolescencia, mismas que la privaron de tener una vida normal como cualquier muchacha de su edad y bajo las características propias de un ser con capacidades diferentes.
La joven había crecido en un ámbito hostil, protegida por padres de muy avanzada edad, enfermizos y con una debilidad social, económica y familiar que no les permitirían cobijar convenientemente a la muchacha y salvaguardarla de muchos agentes externos que la intentaban mellar, tanto desde lo físico, como también desde lo emocional.
La chica se vería sometida a cuanto abuso, abandono y desidia habría de recaer sobre su indefensa realidad. Necesitada de afecto y protección, encuentra a Don Carmelo como el proveedor ideal que le abastezca de amor, cobijo, amparo y fundamentalmente que le resuelva aquellas pulsiones sensoriales que a una veinteañera le iban apareciendo en ese derrotero hormonal que suelen experimentar las mujeres en su post adolescencia, y fundamentalmente en el camino a la madurez sexual.
Don Carmelo era el proveedor de todo eso y mucho más; el viejo se transformó en su papá y su mamá, con todo lo que eso significa en cuanto a asistencia médica, vestimenta y educación. Fue su maestro y el guía que la llevaría por el camino de la vida, el proveedor de sensaciones intensas, perversas, prohibidas y a su vez el generador de esa confianza ante los afectos, que la propia Sol había perdido en el derrotero de su pasado reciente.
Este libro intenta delinear una historia con connotaciones psicológicas, médicas, humanas, familiares, y hasta legales, puntualizando el daño que las pasiones mal dirigidas pueden afectar a personas frágiles, tanto en su cuerpo, en su mente, como también en su alma.