El Bautismo en Agua
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El bautismo, o inmersión en agua, que nosotros practicamos no siempre fue de la misma forma como lo conocemos actualmente. Fue establecido y promovido por Juan el Bautista y conocido como el bautismo de Juan, También se le conoció como bautismo de arrepentimiento. Posteriormente se estableció como bautismo en Jesús, que es como lo conocemos actualmente.
El bautismo no fue un elemento extraño para quienes lo recibieron de parte de Juan el Bautista. La razón de por qué el pueblo no tuvo reparo de someterse a su práctica, aparentemente nueva, fue porque su principio básico se encuentra contenido en la ley de Moisés.
El bautismo en agua es una extensión de la práctica mosaica de purificación. Queda de manifiesto en la descripción que el autor del evangelio de Juan presenta sobre la pugna suscitada entre los judíos y los discípulos de Juan el Bautista por precisamente el incremento de bautismos, actividad a la cual se sumó el mismo Jesús junto con sus discípulos:
Pasado esto, vino Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea; y estaba allí con ellos, y bautizaba. 23 Y bautizaba también Juan en Enón junto a Salim, porque había allí muchas aguas; y venían, y eran bautizados. 24 Porque Juan, no había sido aún puesto en la cárcel. Y hubo cuestión entre los discípulos de Juan y los judíos acerca de la purificación. Juan 3:25
De hecho, en el relato que el mismo apóstol Pablo hace de su conversión, y de cómo fue instruido por un discípulo de nombre Ananías, Pablo describe el bautismo como lavarse de los pecados:
Entonces un Ananías, varón pío conforme a la ley, que tenía buen testimonio de todos los judíos que allí moraban, 13 Viniendo a mí, y acercándose, me dijo: Hermano Saulo, recibe la vista. Y yo en aquella hora le miré. 14 Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha predestinado para que conocieses su voluntad, y vieses a aquel Justo, y oyeses la voz de su boca. 15 Porque has de ser testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído. 16 Ahora pues, ¿por qué te detienes? Levántate, y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre. Hechos 22:12-16
El bautismo no fue un elemento extraño para quienes lo recibieron de parte de Juan el Bautista. La razón de por qué el pueblo no tuvo reparo de someterse a su práctica, aparentemente nueva, fue porque su principio básico se encuentra contenido en la ley de Moisés.
El bautismo en agua es una extensión de la práctica mosaica de purificación. Queda de manifiesto en la descripción que el autor del evangelio de Juan presenta sobre la pugna suscitada entre los judíos y los discípulos de Juan el Bautista por precisamente el incremento de bautismos, actividad a la cual se sumó el mismo Jesús junto con sus discípulos:
Pasado esto, vino Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea; y estaba allí con ellos, y bautizaba. 23 Y bautizaba también Juan en Enón junto a Salim, porque había allí muchas aguas; y venían, y eran bautizados. 24 Porque Juan, no había sido aún puesto en la cárcel. Y hubo cuestión entre los discípulos de Juan y los judíos acerca de la purificación. Juan 3:25
De hecho, en el relato que el mismo apóstol Pablo hace de su conversión, y de cómo fue instruido por un discípulo de nombre Ananías, Pablo describe el bautismo como lavarse de los pecados:
Entonces un Ananías, varón pío conforme a la ley, que tenía buen testimonio de todos los judíos que allí moraban, 13 Viniendo a mí, y acercándose, me dijo: Hermano Saulo, recibe la vista. Y yo en aquella hora le miré. 14 Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha predestinado para que conocieses su voluntad, y vieses a aquel Justo, y oyeses la voz de su boca. 15 Porque has de ser testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído. 16 Ahora pues, ¿por qué te detienes? Levántate, y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre. Hechos 22:12-16