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La sangre inútil / JOAQUÍN DÍAZ (EBOOK)

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Partiendo de la idea de que el género humano tiene una constitución similar a la de un árbol, en el que se van alternando ramas sanas y fuertes con otras que se secan, se tronchan o se desgajan, elegí un par de ejemplos de mi propia familia a los que el destino o las circunstancias adversas castigaron de forma tan injusta como inesperada. La sangre de sus vidas se coaguló así en esas generaciones y se mostró inútil para el tronco familiar. Al investigar sobre cómo se desarrollaron sus existencias me encontré con muchas otras, algunas bien cercanas y otras conocidas solo de oídas, a las que di forma de relato genealógico, desde la aventura americana de mi antepasado el marqués de Santa Cruz de Inguanzo hasta las historias recientes de mis padres y abuelos que condicionaron mi forma de ser. Este es el resultado.

En algún momento — antes de que todo esto comenzara —, mi padre me había pedido un día, cuando me encontraba arreglando el despacho que había sido suyo hasta ese momento para ocuparlo con mis cosas, que quemara algunas de sus carpetas con cartas. La petición me sorprendió, principalmente porque siempre había sido muy ordenado y cuidadoso con sus papeles, pero me animó a mirar el contenido de aquellos cartapacios que hasta entonces me habían provocado un cierto rechazo al no haber conocido a fondo a los protagonistas de los hechos que encerraban. O casi: a mi abuelo Nicanor —el padre de mi padre— le traté muy poco, ya viejo y cansado, y a mi tío Paco —hermano de mi padre— le vi en tres o cuatro ocasiones y siempre bajo la vigilancia atenta de nuestra madre que parecía empeñada en no dejarnos solos con aquel advenedizo, extraño a nuestro entorno, que sin embargo se nos antojaba tan locuaz, tan simpático y tan novedoso en la aburrida cotidianeidad de colegio casa-casa colegio. Solo años más tarde, cuando volví a abrir aquellas carpetas que habían adquirido una vetusta apariencia con el transcurso del tiempo, me di cuenta de la magnitud de la tragedia...