Tú que vienes desde el espacio que exige el alma
y yo ni rastros ni manifiestos,
Tú que te mueves por el medio dia,
y yo ni convulsiones menos aliento.
Ese cuerpo tuyo lo exige todo.
Me hablaste con la verdad,
me amputaron los oídos- sí los ciudadanos-
esa mancha,
ese riego,
el lienzo que veo desde los montes.
Los hombres nunca tuvieron tiempo
solo se ilusionaron,
tuvieron exceso de esperanza,
de revoluciones,
de lluvia ácida,
de zumbidos de bala.
Pero ese cuerpo tuyo marcha
hacia una eternidad que todo el mundo promete.
Lo que permanece es el dolor,
la bilis,
el tedio,
y con ello las calles.
Y si el arte me vuelve a salvar
mis muelas volverán a infectarse;
el otoño,
tú cuerpo,
la obscuridad,
todo lo que exige el alma vuelve.
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