Cursaba el segundo año de preparatoria cuando un color me cayó del cielo, fue un miércoles durante la clase de cálculo integral, solicite ir al baño y se me permitió, Salí, y los primeros rayos del sol apenas diluían el fresco de la mañana, crucé el patio y me introduje al baño, orine como de costumbre y al salir me encontré con un joven ligeramente encorvado, bien parecido, con una bufanda enrollada a su cuello que le colgaba hasta las espinillas. Lo que captó mi atención fue el estampado de su playera, era de un anime que a mi me apasionaba (Hasta la fecha), sintiéndome cómodo le dije en voz alta y señalando su playera:
¡Full Metal Alchemist! ¿Cierto?
- ¿Te gusta? – Me respondió con voz amistosa.
- Me miró directo a los ojos, y noté una galaxia en sus pupilas. En seguida note que seríamos buenos amigos durante largo tiempo. Caminamos juntos hasta llegar a puntos opuestos para llegar a nuestro respectivo salón.
Al entrar al aula (Jaula), mis oídos zumbaban de tanto palabrerío. Libros y libretas volando, mochilas y aviones por igual. Tenía por amigos a Sergio y Antonio, eran dos adolescentes muy diferentes físicamente; Antonio de estatura promedio y tenía como rasgo de personalidad ser un Don Juan. Sergio por su parte era alto, delgado y tenía como rasgo físico una risa burlona. También estaban mis compañeros de clase, de los cuales los había que se mofaban de mis conductas extravagantes.
Fue de ellos que salió el apodo que adopte después como alter ego. Fue un miércoles como a eso de las 10am en que nos tocaba la clase de lógica y por costumbre tendemos a salir a comprar el desayuno (Tortas de tamal y atole), al regresar al salón, descubrí que mi mochila no estaba en mi silla, sabiendo por habituación donde estaría fui a buscarla al bote de la basura, no la vi, mire hacia todos lados para dar con la broma. Nadie me decía nada, y por desgracia en ese momento llegó el profesor para dar inicio con la clase, sin saber que hacer me volví a mi silla, dejando que la clase se silenciara. El profesor dio la lección del día (Según recuerdo era las tablas de la verdad) yo no había tomado apunte por la evidente falta de material, pase largo rato de la clase buscando con la vista el objeto del que se me había despojado, de un momento a otro y por sorpresa fui señalado por mi profesor acerca de mis notas y de mi falta de atención a la clase, tal como lo haría cualquiera, me vi en la necesidad de exponer lo que acontece, se me permitió buscarla por todo el salón sin resultado alguno, el profesor preguntó a todo el salón si, sabían el paradero de mi mochila, todos negaron haberla visto. Al término de la clase la busqué por los pasillos y fui a orientación a reportarla. Les diré que, si la pude encontrar después de 3 horas de extravió, me lo comunicó un amigo de otro salón que me apreciaba de alguna manera. Me señaló el lugar, al llegar pude verlo, aún fresco el acto denigrante que la escuela me había obsequiado. Mi mochila se encontraba en el inodoro miada y defecada con un letrero que decía: Kenzo este eres tú. Al Regresar al salón todos ya me apodaban Kenzo, Yo no sabía cómo reaccionar y decidí no entrar a la siguiente clase, fue cuando entonces mi amigo del baño me encontró tonteando y cavilando, noto mi angustia tambaleante y mostrándose amistoso me pregunto acerca de si me gustaba la lectura, afirme, y le invite con la palma de mi mano a caminar juntos. Recuerdo a la perfección qué libros nos recomendamos: Los perros de tindalos, La sombra sobre innsmouth, y con el que aun lo recuerdo, La llamada de Cthulhu.
En seguida quise saber más sobre él, me daba mucha confianza indagar en lo que podría decirme mi agradable amigo. Como si, me hubiese leído la mente, me dijo:
- Me llamo Javier, y ¿tú?
- Jaja ¿De verdad? Yo, también, no creo que sea casualidad.
- Yo tampoco lo creo, ¿Dime que te preocupa, se nota en ti, la tensión y el desconsuelo?
No dude en contarle con lujo de detalle lo ocurrido, y tan tremenda tormenta de emociones que acontecía dentro mío. Permaneció pensativo y reflexivo por unos segundos, solo para después arrojar una respuesta que aún repercute en mi constante actuar en la vida:
Me enteré de lo que te paso. ¿Sabes? Me gustaría darte mi opinión. Nosotros los seres que nos movemos con incógnitas por la vida; somos personas que han sido vistas como en la antigüedad; nos exilian a la nave de los locos, como errantes personas nos perciben, por siglos nos han permitido en espacios reducidos ser nosotros mismos; y regularmente nos dirigen su mirada juzgadora dando por hecho que nosotros agachamos la mirada y permitiremos que lo que nuestra naturaleza nos dicta, calle. ¿Dime que te ha pasado que tú no puedas tomarlo como agradecimiento? Debemos por curiosidad nuestra tomar nuestros espacios vacíos y llenarlos de absoluta pasión hacia lo que demostremos. Lo que digo es que eso que paso hoy lo dejes venir y lo recibas, para que no lo calles, que eso que hoy es vulnerabilidad se transforme en pasos agigantados hacia lo que en realidad eres. ¿Te gusta escribir, cierto? No me preguntes cómo lo sé. Solo se, lo que haces y esa parte sensible de tu alma puede ser tu catarsis; destruye la realidad que vives y se, un alquimista, ese que transmute inferioridad, rabia, dolor en seguridad, amor, y escritura; no mueras en siglos. ¿Sabes? Para no ser complicado deberías tomar algo de lo que te duele y hacerlo florecer. ¡La creatividad es lo tuyo!
Por primera vez mi mente dio con un mecanismo nuevo de cómo pensar. ¿Reflexión, criterio, inteligencia emocional? No lo sé. Lo cierto es que después de desayunar juntos y despedirlo, me quedé cavilando en posibilidades meramente como “chaquetas mentales” Pero que de alguna forma habían golpeado duro.
Se dio en mí una vuelta de tuerca, haciendo que mi conciencia surgiera a flote de los helados mares; en los que permanecía hundida.
Fue así como ejecuté el pleno uso de mis facultades mentales para nombrarme Kenzo; y tomarlo como abogado y como alter ego, como escudero de historias. Dando así que transmute la mierda en oro.
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