Carrito de la compra
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Tokio, Akihabara e intersección

A hustle here and a hustle there

Querida amiga Titánica, el otro día leí algo que me dejó con la boca abierta (y no porque quiera optimizar el tiempo y ahorrarme la masticación). Alguien presumía de currar 16 horas al día, dormir 4 y desayunar un batido de proteínas con café… porque, claro, masticar es perder el tiempo.


A ver, parece broma, pero no lo es. Nos han vendido la moto de que el éxito es estar siempre a tope, con la agenda más apretada que unos vaqueros recién lavados. Que si no madrugas a las 5 a.m., corres 10 km antes de abrir el correo y trabajas hasta que los ojos te pidan tregua, no mereces nada guay en la vida.


Pero, ¿y si todo esto es puro Matrix? Porque te digo una cosa: la verdadera riqueza no está en trabajar sin parar, sino en vivir la vida que realmente valoras. La que te llena, la que te permite ser dueña de tu tiempo, de tus decisiones, de tu bienestar. Y no, la libertad no es tener la agenda hasta arriba. Libertad es tener tranquilidad, tiempo para tu familia, para tus hobbies y, por qué no, para no hacer absolutamente nada sin sentirte culpable.


Ahora dime, ¿te suena eso de la "hustle culture"? Básicamente, es esta idea absurda de que, si no estás trabajando hasta reventar, eres una floja. Como si tu valor se midiera en la cantidad de horas que pasas pegada a la pantalla. ¿Pero sabes qué? Eso no es éxito, es agotamiento disfrazado. Es vivir para trabajar en lugar de trabajar para vivir.


Y lo peor es que esta trampa se alimenta sola. Porque sí, al principio la adrenalina de estar siempre en movimiento, de exponerte, de que tu trabajo sea visto y reconocido, emociona. Pero luego… viene la bajona. El vacío de haber dado tanto sin reservarte nada para ti. Y la serotonina estable de una vida con pausas, con espacio para ser sin tener que demostrar nada, tiene mucho más valor del que nos quieren hacer creer.


Emprender no debería ser estar delante del ordenador a las 11 de la noche, respondiendo emails con cara de zombi. Esa película solo lleva a ataques de ansiedad, insomnio y problemas de salud. Y cuando tu cuerpo dice "hasta aquí", ningún cliente, contrato ni Excel te va a salvar.


Lo curioso es que quienes realmente han construido una vida de éxito y bienestar no están tecleando como locas a las 3 a.m. con un café en la mano. No. Piensan, delegan y descansan. Nos han metido en la cabeza que si no eres visible en redes no existes, que si no compartes tu conocimiento en conferencias eres egoísta, que si no contestas cada email o sigues la actualidad al minuto, te estás perdiendo algo. Pero, ¿y si todo eso fuera ruido? Poda. Filtra. Enfoca. Deja ir si es necesario. La vida no es una carrera de productividad, sino un juego de prioridades.


Tenemos ambiciones, claro. Ansiedades que superar, también. Pero exigiéndonos sin descanso solo acabamos agotadas. Hemos venido a este mundo a vivir, a darnos amor, a jugar y, en última instancia, a disfrutar. Porque sí, en las pelis nos fascina el personaje que sufre, lucha y lo consigue todo a cualquier precio. Pero basta ya.


Busquemos el punto medio. Crear sí. Producir sin fin, no. Un negocio bien montado puede darte tranquilidad sin matarte a currar. Automatizar procesos, delegar tareas y enfocar tus energías en lo que realmente importa no solo te ayuda a generar ingresos, sino que te da tiempo para disfrutarlos.

Y, lo mejor, te da el poder de elegir.


Elegir con quién trabajas, qué proyectos te emocionan y, sobre todo, poder decir "no" sin miedo a perderlo todo. No se trata de vender sin parar, sino de tener clientas que valoren tu trabajo y lo paguen como merece. Eso es lo que realmente da tranquilidad: trabajar por lo que vales y por la vida que valoras.


Esa es la diferencia entre la "hustle culture" y la vida que realmente quieres. La primera te exprime, te agota, te roba la alegría. La segunda te permite respirar, disfrutar y saber que trabajas para ti, no para sobrevivir. Porque dime una cosa, ¿de qué sirve ganar más si no puedes gastarlo en algo que te haga feliz? El éxito no es la cuenta bancaria a rebosar ni la agenda llena de reuniones. Mi éxito es poder elegir cómo vivo cada día, sin que el trabajo me pase por encima.


Deja de glorificar la productividad extrema y ponte a construir algo que te dé libertad, no cadenas. La tranquilidad financiera no se mide en horas trabajadas, sino en la calidad de vida que te permite tener. Y si alguien te mira raro por no estar estresada 24/7, sonríe y sigue a lo tuyo. Porque vivir bien no es un lujo, es la verdadera meta.



Pingüino rayado azul y blanco, pájaro amarillo con gorrito, y gato marrón con pijama rayado blanco y rojo

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