Carrito de la compra
Loading
Retrato fotográfico mujer

Autoestima desvestida

¿Titánica, te ha pasado algo así? ¿Tener ganas de hacer algo, pero no atreverte, postergarlo y llenarte de excusas? Quizás, como me pasó a mí con ese calzado que no me decidía a devolver, tú también hayas sentido el peso de la vergüenza o la inseguridad que parece imposible de sacudir. A veces, es la vergüenza, otras la autocrítica... o cualquier película mental que se proyecta en nuestro interior y nos frena en seco, bloqueándonos de tomar acciones que en el fondo sabemos que son necesarias o que nos harían bien.


Sea devolver esa prenda que compramos sin pensarlo demasiado, expresar nuestras necesidades, hacer lo que realmente nos apasiona o tomar una decisión que cambiaría el rumbo de nuestras vidas, a menudo, esa maldita autoestima parece interponerse en el camino. Y es que, en su versión más baja, esta autoestima nos susurra críticas constantes, nos recuerda nuestras inseguridades y nos hace caer en comparaciones que nos dejan con un “mal cuerpo”. Nos dice que mejor no intentemos nada fuera de la zona conocida, que “no estamos listos”, que seguramente vamos a fallar, o que ni siquiera merecemos intentarlo.


¿Por qué ocurre esto?

Para muchos, el temor al fracaso o al juicio de los demás tiene raíces profundas. Quizá, desde pequeños aprendimos que “arriesgarse” era sinónimo de exposición, y “exponerse” de algún modo nos hacía vulnerables al rechazo o la burla. Aunque suene irracional, estos pensamientos suelen quedarse grabados en el fondo de nuestra mente y resurgen cada vez que estamos a punto de hacer algo nuevo, algo que nos saque de la zona cómoda y controlada.


El problema es que este tipo de pensamientos tienden a convertirse en barreras invisibles que limitan nuestra capacidad de acción, y entonces nos quedamos atrapados en un ciclo: queremos hacer algo, sentimos el impulso, pero en lugar de seguir adelante, encontramos una excusa, posponemos o nos convencemos de que “no es el momento”. Y así, una y otra vez.


Las trampas de la autocrítica y la comparación

La autocrítica, cuando se convierte en nuestra voz dominante, tiende a exagerar nuestras inseguridades y minimizar nuestras cualidades. ¿Cuántas veces has pospuesto algo porque te dijiste a ti mismo que no eras “suficientemente bueno” en comparación con alguien más? La comparación, en este sentido, también es una gran aliada de nuestra baja autoestima. Sin darnos cuenta, a veces medimos nuestros logros y deseos en función de estándares ajenos, cuando lo único que necesitamos es conectar con nuestra propia valía.


¿Cómo superar el miedo y las excusas?

  1. Reconocer la situación. Date un momento para identificar y aceptar que estás postergando algo que te importa. A veces, solo ponerlo en palabras y reconocer que es el miedo o la inseguridad lo que nos frena, nos ayuda a restarle fuerza.
  2. Cuestionar los pensamientos automáticos. Muchas veces, los pensamientos de “no puedo”, “qué dirán” o “no soy suficiente” son automáticos. Si tomas un momento para cuestionarlos, puedes descubrir que no siempre tienen una base real. Pregúntate: ¿qué evidencias tengo de que realmente no puedo hacerlo? ¿Qué es lo peor que puede pasar si lo intento?
  3. Visualiza el éxito, no el fracaso. A veces nos enfocamos tanto en el miedo al fracaso que olvidamos que también existe la posibilidad de que las cosas salgan bien. Imagina cómo te sentirías si lograses tu objetivo, ya sea ese pequeño acto de devolver una blusa o ese gran paso de tomar una decisión importante.
  4. Darte pequeños pasos y recompensas. A veces, dar el primer paso es lo más difícil, pero una vez que lo haces, el resto del camino se vuelve más fácil. Puedes empezar haciendo pequeñas acciones que te acerquen a lo que quieres, y celebrar cada avance por pequeño que sea.
  5. Fortalecer tu autoestima. Trabajar en nuestra autoestima es una tarea de cada día. Practicar el autocuidado, la autoaceptación y rodearte de personas que te apoyen y te valoren, también es clave. Recuerda que el amor propio no se trata solo de “sentirse bien”, sino de aprender a valorar nuestras necesidades y a respetarnos lo suficiente como para darles prioridad.


La importancia de darle voz a nuestras necesidades

Posponer lo que queremos hacer puede convertirse en un hábito, en una forma de ceder nuestra vida y nuestras decisiones al miedo y la inseguridad. Pero, si nos detenemos a escuchar lo que realmente queremos y, sobre todo, si somos valientes para actuar en consecuencia, entonces estamos tomando un paso hacia una vida más auténtica y plena. Nos estamos dando la oportunidad de vivir de acuerdo con nuestros deseos y valores, de crear relaciones y experiencias que realmente nos llenen.


Al final, esa prenda de ropa, esa conversación o esa decisión no son solo eventos aislados; son expresiones de nuestro amor propio. Y aunque la autocrítica y las dudas no desaparezcan de un día para otro, lo importante es aprender a convivir con ellas sin que nos dominen.


Recordatorio

Cada vez que enfrentes un desafío, cada vez que surjan dudas que intenten frenarte y la autoestima se tambalee, recuerda que siempre tienes la opción de hacerles frente y dar un paso adelante. Porque el verdadero valor no está en la ausencia de miedo, sino en actuar a pesar de él.



Pingüino rayado azul y blanco, pájaro amarillo con gorrito, y gato marrón con pijama rayado blanco y rojo

© 2024, TITÁNICA