Queridas y queridos Titánicos, la siguiente pregunta que propongo puede resonar en muchas personas neurodivergentes. La constante tensión entre la necesidad de camuflar nuestras verdaderas emociones y la aspiración de ser auténticos no es sencilla de resolver. Pero antes de profundizar, hagamos una pausa:
¿Qué es el masking?
El masking no es simplemente ocultar emociones o actuar diferente para adaptarse a un entorno social, algo que puede sucederle a cualquier persona en momentos puntuales. Va más allá del postureo social.
En el caso de las personas neurodivergentes, el masking consiste en una adaptación constante y agotadora para disimular las diferencias en cómo procesamos el mundo, para evitar llamar la atención o ser juzgados. Es un esfuerzo consciente (o inconsciente) para encajar en un entorno diseñado por y para personas neurotípicas.
¿Ejemplos?
- Hacer como que no nos afectan los ruidos, luces u otros estímulos sensoriales.
- Fingir interés por temas que no nos interesan, mientras escondemos nuestras verdaderas pasiones.
- Sonreír o parecer relajados aunque por dentro nos sintamos a punto de explotar de tensión.
- Moderar nuestra intensidad emocional y sensibilidad para no incomodar a los demás.
El problema del masking no es solo lo agotador que resulta, sino el precio que muchas veces trae consigo.
El coste del camuflaje
El masking no es sostenible a largo plazo. Cuando te pasas la vida adaptándote a las expectativas de los demás, inevitablemente pierdes contacto contigo mismo. Te enfrentas a preguntas difíciles:
- ¿Quién soy realmente si siempre me adapto a los demás?
- ¿Mis intereses y emociones son válidos o solo una "molestia" que debo ocultar?
Además, esta desconexión identitaria puede derivar en:
- Problemas de identidad. Una sensación de vacío que puede llevar a crisis existenciales.
- Fatiga extrema y burnout. El esfuerzo constante por camuflarse agota no solo emocionalmente, sino físicamente.
- Ansiedad y depresión. La desconexión y el aislamiento emocional tienen un impacto directo en nuestra salud mental.
- Aislamiento social. Evitar las interacciones para no tener que "actuar" puede ser la salida más fácil a corto plazo, pero también la más solitaria.
- Pensamientos autodestructivos. En casos extremos, el masking puede llevar a autolesiones o pensamientos suicidas, especialmente en personas autistas.
La autenticidad: una meta difícil pero valiosa
Descubrir que somos neurodivergentes nos da una herramienta poderosa: el conocimiento. Con esta información, podemos empezar a cuestionarnos si merece la pena seguir camuflándonos o si, en cambio, podemos buscar espacios donde sea posible vivir más a nuestra manera.
Pero el camino hacia la autenticidad no es sencillo. Implica desaprender años de adaptación forzada y empezar a reconocernos como válidos tal y como somos.
¿Cómo empezar?
- Identifica tus límites: aprende a reconocer qué situaciones te generan más tensión. Puede ser una reunión familiar o un entorno laboral.
- Pon tus necesidades en palabras: comunica de forma clara y directa qué necesitas en un momento dado. Algo tan simple como "Hoy estoy teniendo un día complicado, necesito un poco de espacio".
- Busca apoyo: hablar con otras personas neurodivergentes o un terapeuta que entienda este tema puede ser clave para sentirte menos solo.
- Crea espacios seguros: rodéate de personas que te permitan ser tú mismo sin juzgarte ni exigirte camuflarte.
Conclusión: ser tú mismo a tu ritmo
El masking ha sido una estrategia de supervivencia para muchas personas neurodivergentes. Pero ahora sabemos que esa supervivencia tiene un coste que no siempre estamos dispuestos a pagar.
No tienes que convertirte en un activista por tu autenticidad de la noche a la mañana. Permitirte pequeños momentos de ser tú mismo, de no fingir interés o de admitir que estás cansado, ya es un gran paso.
A veces, ser auténtico no es un cambio radical, sino una serie de pequeños gestos cotidianos que te acercan más a ti mismo y te alejan de la necesidad de camuflarte. Porque tú también mereces un lugar donde puedas ser aceptado por completo, incluso en tus días más "tontos".