Como siempre lo que escribo va dirigido a todos los Titánicos y Titánicas que andan por ahí buscando su centro y su sitio. Por eso aunque el siguiente artículo esté más enfocado a las Titánicas agotadas, cualquier Titánico que esté pasando por nuestra casa puede tomar nota 💛
Florituras aparte, el burnout o síndrome de agotamiento es un fenómeno cada vez más común en nuestra sociedad, caracterizado por una sensación de desgaste físico y emocional debido a la exposición prolongada al estrés laboral. Sin embargo, investigaciones recientes muestran que las mujeres son más propensas a sufrir este agotamiento extremo. Entre los factores que contribuyen están la sobrecarga de responsabilidades tanto laborales como domésticas, las expectativas sociales de "tenerlo todo bajo control", y la tendencia a poner las necesidades de los demás por delante de las propias. La buena noticia es que herramientas como la tolerancia a la frustración y el chequeo emocional pueden ayudarte a prevenir y gestionar el burnout.
La tolerancia a la frustración: clave en la gestión del estrés
La tolerancia a la frustración se refiere a nuestra capacidad para manejar situaciones que no van como esperamos sin que esto nos lleve a la desesperación o al enfado. Desarrollarla es fundamental para quienes enfrentan múltiples demandas diarias, como muchas mujeres. Practicarla te permitirá adaptarte mejor a los retos que inevitablemente se presentarán. A menudo, nuestras expectativas poco realistas sobre cómo deben ser las cosas son una fuente importante de frustración. Dejar ir aquello que no podemos controlar nos permitirá gestionar mejor el estrés diario.
Chequeo emocional: escucharte a ti misma
El chequeo emocional es otra herramienta esencial para evitar el burnout. Nos enseña a detenernos un momento en medio de la vorágine diaria y preguntarnos: "¿Qué cosa significativa me gustaría realizar hoy?". Esto no tiene que ser algo grandioso o productivo según los estándares externos, sino algo alineado con tus valores y que te aporte satisfacción personal. Tal vez sea dedicar 10 minutos a leer un buen libro, o probar una actividad nueva que pueda convertirse en una práctica diaria.
Otro aspecto del chequeo emocional es reflexionar sobre nuestras relaciones. Pregúntate: “¿Tengo alguien importante en mi vida a quien le gustaría saber de mí hoy?”. Las conexiones humanas son esenciales para nuestra salud emocional y física. Pequeños detalles como una llamada a un ser querido o un mensaje de apoyo pueden fortalecer estos lazos y, a su vez, contribuir a tu bienestar general.
Expectativas y realismo: aligerando la carga mental
Las expectativas poco realistas pueden alimentar la frustración y el agotamiento. Tal vez te exiges cumplir con un alto estándar en el trabajo, ser una madre o pareja perfecta, y también mantener relaciones personales sin fallar en ningún ámbito. Sin embargo, todos tenemos días en los que no logramos todo lo planeado, y eso está bien. Pregúntate: “¿Cuál es una expectativa que tengo que me gustaría dejar de lado?”. Reflexiona sobre la posibilidad de establecer objetivos más realistas, que sean útiles y alcanzables. Esto te permitirá sentirte más satisfecha y menos abrumada por expectativas imposibles.
El orgullo y el arrepentimiento: reflexión y mejora
Al final del día, es importante hacer una evaluación personal, preguntándonos: “¿Qué he hecho hoy de lo que me siento orgullosa?”. Reconocer nuestros logros diarios, por pequeños que sean, refuerza nuestra autoestima y nos motiva a seguir adelante. El orgullo no es algo negativo cuando se vive en equilibrio; es una fuente de empoderamiento.
También es fundamental abordar los arrepentimientos. Pregúntate: "¿Qué he hecho –o dejado de hacer– hoy de lo que me arrepiento?". El arrepentimiento no debe ser visto como una emoción mala, sino como una oportunidad de mejora. Reflexionar sobre estos momentos puede ser un paso hacia la autocompasión y el crecimiento personal. A largo plazo, pequeños cambios en nuestra actitud pueden tener un impacto significativo en nuestra calidad de vida.
Conclusión: el bienestar es integral, y no me refiero al pan
Combatir el burnout, o quemado como prefiero llamarlo yo, no es simplemente una cuestión de reducir las horas de trabajo o relajarse más (aunque ambos son importantes). Es también cuestión de desarrollar una tolerancia a la frustración efectiva, hacer un chequeo emocional regular, ajustar nuestras expectativas y celebrar nuestros pequeños logros diarios.
Al hacer esto, no solo mejoramos nuestra salud emocional, sino también nuestra salud física, ya que ambos aspectos están profundamente conectados.
Así que hoy, mientras sigues tu rutina diaria, detente un momento y hazte estas preguntas. Quizás descubras que pequeñas acciones, como dejar una nota cariñosa a alguien o ajustar tus expectativas, pueden cambiar la forma en que enfrentas tu día y mejorar tu bienestar de forma significativa.
P.D.: hablando de chamuscamientos...