Muy buenas, amiga y amigo Titánico, en este mundo tan acelerado parece que hasta para descansar necesitamos un manual de instrucciones. Así que, si ya estás pensando en ese maratón de siesta que tanto te hace falta pero no sabes por dónde empezar, aquí tienes tu guía definitiva para descansar en condiciones. Ponte cómodo… pero no demasiado, que si no me babeas la lectura.
- IKEA: el templo de las camas y edredones. Si no sabes cómo empezar, da un paseo por la sección de camas del IKEA. Tírate en cada colchón, siéntelo. ¿Demasiado blando? Prueba el siguiente. ¡Repite el proceso hasta que los empleados te miren raro! Sal de allí como un experto en siestas o, mejor aún, ya descansado.
- Infusión relajante: hierbas que ni sabes que existían. Escoge una infusión que no tenga un nombre que puedas pronunciar a la primera. Si tiene "flores de la paz" o "hierbas del bienestar zen", mejor. ¡Ojo! Evita la cafeína, esto va de descansar, no de volar.
- Bañito más crema: hidratación o nada. Después del baño, hidrátate como si te lo hubiera prescrito un dermatólogo obsesivo. Nada de una pasadita rápida, no. Embárrate de crema como si estuvieras preparando un pollo para el horno. Masajea, masajea, y si puedes, pide a alguien que te dé un masaje también. ¿Solo? Tranquilo, rodéate de cojines para compensar esa falta de contacto humano.
- Pantallas… las justas, ya lo hemos hablado. La luz azul es el enemigo del descanso, así que apaga esas pantallas. Ya tendrás tiempo de ver memes mañana. De todas formas, ¿qué te ha hecho el pobre Instagram para que lo mires hasta en sueños? Dale un respiro. Tú eres el protagonista de esta película, no el móvil.
- Rodéate de cojines y mantas frescas. Tu habitación tiene que parecer la tienda de un artesano textil en el desierto de Marruecos: cojines por todas partes, mantas suaves, texturas acogedoras. Temperatura fresquita, como en el polo norte en verano. Así el único calor que sientas será el de tu propio relax. ¡Ah! Y ese peluche de la infancia no sobra, hazle hueco.
- Los problemas se resuelven fuera de casa. No los traigas a tu templo, o sea, tu cama. Esta es tu zona de seguridad, tu santuario, donde la única decisión importante es qué lado de la almohada está más frío. Que tus quedadas con amigos no sean para hablar de tus traumas, sino para echar la siesta en sus sofás.
- La siesta, la mejor quedada social. Ya hemos hablado de las siestas en sofás ajenos, pero ¿qué tal una siesta al aire libre? El columpio del parque te espera, la arena de la playa te susurra. Si es verano y el césped está fresquito, ¡no hay mejor lugar! Haz de las siestas tu forma de socializar.
- Ponte encima del colchón o colócate debajo. Y si todo lo anterior falla, prueba métodos poco convencionales. ¿Te has tumbado debajo de la cama? Quizás encuentres una paz oculta ahí abajo. O incluso en suelo raso. ¡Explora! Pippi Calzaslargas dormía bocabajo. El descanso también necesita creatividad.
- Para de hacer y hacer, que no sirve de nada. Ya basta. Si te obsesionas por descansar perfectamente, jamás descansarás. Descansa de sobreindagar. Hazte un favor: abúrrete un poco. Nada le viene mejor a tu cuerpo que no hacer absolutamente nada. Si tienes que esposarte a la cama para evitar hacer cualquier otra cosa, hazlo. Nadie te va a juzgar (o al menos, no de frente).
- Toma ejemplo de los jubilados. Ellos lo saben. Mírales en los bancos de los parques, en las terrazas al sol. Ellos ya han aprendido el arte del descanso sin remordimientos. Almohadas a mano, paseos suaves, y a dormir cuando haga falta. Ya lo has escuchado: la modorra puede llegar en cualquier momento. ¡Sé siempre prudente y ten un cojín a mano!
En resumen: descansar no es opcional, es necesario. Y si quieres hacerlo en condiciones, sigue estos pasos. ¡De nada! Ahora, apaga el móvil y ve a buscar tu cama o tu columpio favorito. ¡Buen descanso!