Carrito de la compra
Loading
Foto de manos agarradas de abuelo y nieto-compromisos sanos

Compromisos que merecen la pena

Amigas y amigos Titánicos, en la vida moderna, estamos constantemente rodeados de compromisos forzados. Estos compromisos pueden ser familiares, de amistades, voluntariados, el ejercicio, formaciones o incluso el ocio, como ver una infinidad de películas, leer libros, escuchar podcasts o cumplir con todas las expectativas sociales. También incluyen nuestras formas de ganarnos la vida, donde muchas veces nos encontramos en trabajos que nos agotan, pero de los que nos sentimos incapaces de salir. Entonces, surge la pregunta: ¿por qué seguimos diciendo “sí” a todo, incluso cuando no podemos o no queremos comprometernos realmente?


¿Por qué nos comprometemos si no queremos?

Es fácil caer en la trampa de los compromisos forzados, ya que por norma general nos cuesta decir no a personas que apreciamos. Muchas veces, nos comprometemos porque sentimos que “deberíamos” hacerlo. Ya sea porque creemos que es lo que se espera de nosotros, porque no queremos decepcionar a los demás, o porque nos aterra la idea de rechazar oportunidades, solemos decir que sí incluso cuando no lo sentimos realmente. Sin embargo, en este ciclo de aceptación sin reflexión, solemos perder de vista lo más importante: nuestro propio bienestar y autenticidad.


Miedo al fracaso y al dolor

Uno de los mayores obstáculos a la hora de decir “no” es el miedo. Nos da miedo fallar, decepcionar o enfrentarnos al dolor emocional si las cosas no salen como esperamos. El miedo al fracaso es un compañero silencioso que nos empuja a comprometernos en actividades o relaciones que, en el fondo, no queremos. Nos decimos: “¿Qué pasaría si me arriesgo y todo sale mal?”. Esta evitación del dolor emocional es, a menudo, lo que nos paraliza y nos hace aceptar compromisos que no nos hacen felices.


¿Deberías hacerlo o realmente quieres hacerlo?

Otra razón por la que nos atamos a compromisos forzados es la presión social y las expectativas externas. A menudo, sentimos que “debemos” participar en ciertas actividades porque todos lo hacen o porque es lo que se espera. Pero es esencial preguntarnos: ¿realmente quiero hacer esto, o lo hago solo porque creo que debo?. Este tipo de autoevaluación nos ayudará a distinguir entre compromisos que nos aportan valor y aquellos que solo nos desgastan. Así, podemos empezar a liberarnos del peso de los “deberías” y enfocarnos en lo que verdaderamente importa para nosotros.


¿Qué compromisos realmente importan?

No todos los compromisos son malos, pero es importante diferenciar entre lo que es esencial para ti y lo que no lo es. Antes de asumir un nuevo compromiso, pregúntate: “¿Es este un compromiso que me conecta con mis valores, que me inspira o que me aporta satisfacción?”. Si la respuesta es sí, adelante. Si la respuesta es no o tal vez, tal vez sea momento de reconsiderarlo.


Por ejemplo, el ejercicio físico es fundamental para la salud, pero la forma en que lo practicas debe ser algo que te motive y te guste, no algo que hagas por obligación o porque sientas presión social. Lo mismo ocurre con tus relaciones sociales. ¿Estás comprometido con amistades que te suman o te restan energía?


La trampa del ocio “obligado”

En la era de la información, hay una infinidad de contenido disponible: películas, libros, canciones, podcasts… Y a veces, sentir que debes estar al día con todo se convierte en un compromiso más. Sin embargo, el ocio no debería sentirse como una obligación. Es importante elegir aquellas actividades que realmente disfrutas y no sentirte presionado a consumir contenido solo por estar “al día”.


El compromiso con uno mismo

Otro aspecto crucial a considerar es el compromiso con uno mismo. A menudo, nos comprometemos tanto con los demás que olvidamos que también debemos priorizarnos. Si no puedes cumplir con un compromiso, pregúntate: “¿Por qué no puedo comprometerme? ¿Es por miedo, porque no quiero experimentar el dolor de un cambio, de un reto, o porque siento que debería hacerlo pero no es importante para mí?”. Esta reflexión puede ayudarte a identificar qué compromisos son forzados y cuáles realmente importan.


¿Qué puedes soltar hoy?

Relacionado con el artículo anterior, liberarse de compromisos innecesarios no significa ser irresponsable o egoísta, sino ser más consciente de tus prioridades y necesidades. Pregúntate: “¿Cuál es una expectativa que tengo –para mí o para otra persona– que me gustaría dejar de lado?”. Quizá te sorprendas al descubrir que muchas de las cosas que sientes que “deberías” hacer no son necesarias para tu felicidad o tu bienestar.


El impacto de las relaciones sanas

Las relaciones personales también juegan un papel fundamental en cómo gestionamos los compromisos. A menudo, sentimos que debemos cumplir con las expectativas de los demás, ya sea nuestra pareja, amigos o familiares. Pero no podemos olvidarnos de lo importante que es el cultivo de relaciones sanas. Pequeños gestos como dejar una nota cariñosa a tu pareja o llamar a un amigo pueden marcar la diferencia. Las relaciones auténticas y de calidad son las que más importan, no aquellas basadas en la obligación o la culpa.


Conclusión

Liberarte de los compromisos forzados significa tomar las riendas de tu vida y priorizar lo que realmente es importante para ti. Reflexiona sobre lo que te llena, lo que te conecta con tus valores y lo que te hace feliz. No se trata de escapar de las responsabilidades, sino de elegir tus compromisos conscientemente. Así, podrás construir una vida más alineada con lo que realmente valoras, sin sentirte sobrecargado por expectativas externas o la presión social. Como todo, lo más importante es que los compromisos que asumas te hagan sentir realizado y no atrapado.



Dibujos animados caminando. Pingüino rayado azul y blanco, pájaro amarillo con gorrito, y gato marrón con pijama rayado blanco y rojo

© 2024, TITÁNICA