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Dibujo pollo punki lindo-mascota

De toda la vida, punk-soul

Amigas y amigos Titánicos, los géneros musicales actuales son como ese cajón de sastre en el que encuentras desde un destornillador hasta una goma de borrar. Te puedes topar con el “neofolk-postrock-punk soul” y no saber si acabas de descubrir el futuro de la música o si alguien, sin más, juntó palabras al azar para hacerse el interesante. Pero hay algo innegable: todos beben de todos. Son, literalmente, un collage sonoro que refleja un mosaico cultural, y lo más fascinante es que, por más etiquetas que pongamos, las tijeras que usamos para dividirlos ya no cortan.


Ahí está la heavy country-jazz flamenco, que parece una especie de criatura mitológica salida de un experimento musical sin control. ¿Cómo llegamos aquí? Fácil: un tipo con chaqueta de cuero, botas vaqueras y sombrero de ala ancha decidió que los solos de guitarra eléctrica necesitaban un poco de taconeo y rasgueo. Alguien debió sugerirle que esto era una locura. Pero al final, la cosa funcionó. Y aunque nadie entendió muy bien cómo, de repente todos empezamos a movernos al ritmo de una fusión que, en papel, suena más rara que un reno tocando las maracas, pero que en la pista de baile te hace pensar: “oye, esto no está tan mal”.


El jazz flamenco, por ejemplo, es una conversación apasionada entre dos lenguajes que aparentemente no tienen nada que decirse, pero que al final logran componer una historia increíble. El jazz, con su swing y sus improvisaciones, baila al son de la guitarra flamenca como si siempre hubiera estado allí, como si, en algún rincón del pasado, el flamenco hubiera estado esperando con los brazos abiertos a que llegara ese saxofón desenfrenado.


El neofolk-postrock, por otro lado, parece sacado de una tarde de lluvia en la que alguien dijo: “¿y si le ponemos una guitarra acústica a este ruido blanco?” De repente, una atmósfera que te envuelve como una manta vieja se convierte en el acompañamiento perfecto para letras que probablemente ni el propio cantante entiende, pero que suenan profundas.


El punk soul es una joya de contradicciones: la rabia y el sentimiento puro, esa mezcla entre gritarle al sistema y cantar como si estuvieras en una iglesia. Es el equivalente musical a una rebelión con mucho estilo y un estribillo pegadizo que se te queda en la cabeza por días.


Lo que está claro es que los géneros ya no tienen fronteras. Hoy puedes empezar el día escuchando una balada melosa y terminar moviendo la cabeza al ritmo de un “heavy-bossa-ska-reggae-progresivo” que mezcla lo más ecléctico de todo el planeta. ¿Suena raro? Claro. ¿Funciona? Pues depende del día, del humor y de cuántas etiquetas estés dispuesto a coleccionar en tu lista de reproducción.


Al final, la música actual es una conversación global, una mezcla de sonidos que se niega a ser encerrada en categorías rígidas. Y si bien estas etiquetas a veces parecen más un ejercicio de inventiva que algo necesario, lo cierto es que la música es un lenguaje que, aunque venga en mil sabores, nos habla directamente al alma. Y lo más divertido es que, aunque todos estemos tratando de definirla, ella sigue jugando al escondite, saltando de un estilo a otro, como diciendo: “No me atraparás. Soy libre, y todos beben de mí”.



Dibujos animados caminando. Pingüino rayado azul y blanco, pájaro amarillo con gorrito, y gato marrón con pijama rayado blanco y rojo

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