Carrito de la compra
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Phuket, invisible

Donde nadie mira, nace todo

Lo que haces en privado se nota en público

Hay una magia que no hace ruido.

Un fuego que arde sin llamar la atención.

Es la llama que enciendes cuando nadie mira,

cuando los aplausos no existen

y el único testigo es tu sombra.


La lectura se nota en tu conversación.

No hay que nombrar autores para demostrar que lees.

Se nota en cómo preguntas,

en la profundidad de tus silencios,

en las metáforas que brotan sin esfuerzo

y en las palabras que no necesitas decir.


El amor propio se nota en tus límites.

No en la rigidez, sino en la claridad.

En la forma serena con la que dices “no”.

En la paz con la que eliges lo que te suma

y te alejas de lo que ya no encaja.

Es un amor silencioso, pero firme.

Un muro de ternura que protege sin herir.


La disciplina se nota en tu confianza.

Porque quien se cumple a sí mismo

no necesita prometer nada al mundo.

Se nota en la espalda recta,

en la palabra que no tiembla,

en la fe que no se grita pero que guía.


El enfoque se nota en tus resultados.

No hace falta que expliques cuánto trabajas.

Se nota en lo que logras,

en cómo se alinean las piezas del rompecabezas

que otros llamaron suerte.

Pero tú sabes que no fue suerte.

Fue enfoque. Fue constancia. Fue visión.


Y entonces,

cuando tocas madera,

cuando crees que ya no hay más allá,

recuerda que a veces

el amor más poderoso espera en segunda fila.


Sí, ese amor que no llega con fuegos artificiales,

sino con presencia.

El que no compite por atención,

pero que permanece.

El que no brilla para todos,

pero ilumina tu camino.


Porque todo lo grande empieza en lo pequeño.

Lo que siembras en silencio

florece en los días más inesperados.


Y al final,

lo que haces en privado

construye el mundo que muestras en público.



Pingüino rayado azul y blanco, pájaro amarillo con gorrito, y gato marrón con pijama rayado blanco y rojo

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