Querida familia Titánica, el Siglo de las Luces marcó un hito en la historia cultural, social y política de Europa, y en España no fue la excepción. Este período, impulsado por el pensamiento ilustrado, promovió la razón, el progreso, la educación y los derechos individuales como pilares para construir una sociedad más justa. Más tarde, el krausismo, un movimiento filosófico de raíz germana, retomaría esos ideales y los adaptaría al contexto del siglo XIX, dejando una impronta profunda en la educación, la literatura y el pensamiento español. Exploramos los nexos entre ambos movimientos, sus protagonistas, sus logros y su relevancia actual.
La Ilustración en España tuvo un carácter particular, marcado por figuras como Gaspar Melchor de Jovellanos. Este polifacético intelectual abogó por reformas sociales y educativas que combinaran la tradición con la modernidad. Como jurista, economista y político, Jovellanos defendió la enseñanza como motor de cambio, promoviendo la creación de Escuelas de Artes y Oficios y subrayando la importancia de conectar la educación con las necesidades sociales. Jovellanos también estuvo profundamente influido por las corrientes ilustradas europeas, adaptándolas al contexto español. Su obra, como Informe sobre la Ley Agraria (1795), es un testimonio del espíritu reformista, intentando resolver los problemas estructurales del país desde una perspectiva racional y progresista.
En esta época, también empiezan a emerger nombres femeninos en la esfera pública. Aunque muchas de ellas han sido históricamente invisibilizadas, mujeres como Josefa Amar y Borbón, defensora de la educación femenina, jugaron un papel crucial en la difusión de las ideas ilustradas. Amar abogaba por que las mujeres tuvieran acceso al conocimiento como una herramienta de emancipación y como medio para contribuir activamente a la sociedad.
En el siglo XIX, el krausismo, una filosofía de origen alemán promovida por Karl Christian Friedrich Krause, resonó profundamente en España gracias a figuras como Julián Sanz del Río. Este movimiento planteaba una síntesis entre razón y espiritualidad, buscando una transformación integral del individuo a través de la educación. Los krausistas, herederos de los ideales ilustrados, defendieron valores como la libertad de cátedra, la neutralidad religiosa en la enseñanza y la conexión entre ética y conocimiento.
Estas ideas encontraron su máxima expresión en la Institución Libre de Enseñanza (ILE), fundada por Francisco Giner de los Ríos en 1876. Desde la ILE, se propició una educación que trascendiera el memorismo y promoviera el pensamiento crítico, la creatividad y la observación directa de la naturaleza. Este enfoque, inspirado en la Ilustración, buscaba formar ciudadanos comprometidos con el progreso social.
El krausismo también tuvo un impacto notable en la inclusión de las mujeres en la esfera educativa y cultural. Mujeres como Concepción Arenal y Emilia Pardo Bazán emergieron como referentes intelectuales en una época dominada por hombres. Arenal defendió los derechos de las mujeres desde una perspectiva humanista, vinculando educación y emancipación. Por su parte, Pardo Bazán no solo revolucionó la literatura con sus novelas naturalistas, sino que también fue una voz activa en la defensa de la igualdad de género.
El krausismo no solo influyó en la educación, sino también en la literatura. Benito Pérez Galdós, uno de los escritores más destacados del siglo XIX, reflejó en su obra los valores de justicia social, educación y progreso. En novelas como Fortunata y Jacinta o los Episodios Nacionales, Galdós retrató una España en transformación, marcada por las tensiones entre tradición y modernidad.
Ambos movimientos comparten principios fundamentales: la búsqueda del progreso, la importancia de la educación como motor de cambio y la confianza en la capacidad humana para mejorar la sociedad. Mientras que la Ilustración sentó las bases de estas ideas en el siglo XVIII, el krausismo las revitalizó y adaptó al contexto del siglo XIX, con un enfoque más filosófico y pedagógico.
Entre los logros de estos movimientos destacan la reforma educativa: desde las Escuelas de Artes y Oficios de Jovellanos hasta la ILE, ambos movimientos transformaron la enseñanza en España. También la visibilización del papel de la mujer: aunque de manera incipiente, ambos períodos abrieron espacios para la participación femenina. Asimismo, el impulso literario: la conexión entre literatura y progreso social fue un eje clave en la obra de autores como Galdós y Pardo Bazán. Finalmente, el impacto ético y cultural: tanto la Ilustración como el krausismo promovieron valores como la tolerancia, la solidaridad y la búsqueda de la verdad.
El espíritu de la Ilustración y el krausismo pervive en aspectos fundamentales de nuestra sociedad, como la educación universal, los derechos humanos y la libertad de pensamiento. Sin embargo, la rápida transformación de las sociedades contemporáneas y la polarización ideológica han puesto en peligro algunos de estos logros. Los desafíos actuales requieren revitalizar estos ideales, adaptándolos a un mundo cada vez más globalizado y digitalizado.
¿Qué lecciones podemos extraer de estos movimientos para el presente? ¿Crees que el legado de la Ilustración y el krausismo sigue siendo relevante en el mundo actual? Si reflexionas, hallarás tu libertad 💛
P.D.: a través del diálogo y el entendimiento, es posible construir un mundo más justo y equitativo.