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Foto claqueta, película y cámara-rodaje exterior

Entrega de acción

Querida familia Titánica, es fácil pensar que el cambio comienza cuando adquirimos conocimiento, cuando entendemos algo nuevo, cuando leemos, investigamos o tomamos cursos. Pero el verdadero cambio no ocurre en el momento en que aprendes algo nuevo. El cambio real comienza cuando implementas lo que has aprendido, cuando tomas acción, cuando te mojas, literalmente. Porque no puedes aprender a nadar leyendo un libro sobre natación; tienes que lanzarte al agua, sentir el frío, perder el equilibrio y quizás tragar un poco de agua. Ese es el proceso que realmente lleva al cambio y al crecimiento.


En esta sociedad saturada de información, es más cómodo ver tutoriales, leer libros o seguir acumulando cursos y certificaciones. Todo eso se siente productivo, pero hay una trampa: la información sin acción no sirve de nada. No importa cuánta teoría conozcas o cuántos recursos tengas, si te quedas en la orilla, no experimentarás el cambio.


La zona de confort: el refugio de la inacción

El problema es que actuar es incómodo. La primera vez que intentas algo nuevo, probablemente no salga bien. Puede que te equivoques, que falles, que te enfrentes a dificultades inesperadas. Por eso, quedarse en la zona de confort parece una opción atractiva: "Voy a tomar un curso más", "necesito investigar más antes de empezar", "quizás no es el momento adecuado". Estas frases se convierten en excusas disfrazadas de lógica. Son una forma de evitar el miedo, el miedo a equivocarse, a no hacerlo perfecto desde el principio.


Sin embargo, si te quedas esperando a tener la estrategia perfecta, a saberlo todo antes de empezar, a que llegue el momento perfecto, nunca darás el salto. Porque la verdad es que ese momento perfecto nunca llega. Siempre habrá algo más que aprender, siempre habrá razones para posponer la acción. Pero el cambio, el verdadero avance, solo ocurre cuando te lanzas a hacer. Aunque no tengas todo claro, aunque no tengas garantías de que saldrá bien.


El proceso de implementación: la belleza de las acciones imperfectas

Una de las mayores barreras para implementar lo que aprendemos es la creencia de que necesitamos tener todo bajo control antes de actuar. Que debemos dominar todas las variables, prever todos los posibles problemas y trazar una estrategia perfecta. Pero esta mentalidad es paralizante. La realidad es que no puedes prever todo. Es imposible tener el 100% de claridad antes de comenzar. Y lo más importante es que no necesitas tener todo claro para empezar a actuar.


El poeta Antonio Machado lo resumió perfectamente en su famoso verso: "Caminante, no hay camino, se hace camino al andar". La acción imperfecta es parte del proceso. No es necesario que todo salga bien la primera vez. Es más, es muy probable que no lo sea. Pero es en ese intento, en ese ensayo y error, donde aprendes de verdad. Es cuando las cosas no salen según lo planeado cuando se presenta la verdadera oportunidad de mejorar.


Al actuar, aunque sea de manera imperfecta, te das cuenta de lo que realmente funciona y lo que no. Las acciones imperfectas son un paso adelante, mucho más valioso que el conocimiento teórico acumulado sin aplicación. Cada intento te acerca más a tu objetivo y te da la experiencia práctica que te faltaba.


El miedo al fracaso: ¿qué es lo peor que podría pasar?

Uno de los mayores frenos a la acción es el miedo al fracaso. Ese temor de que, si te lanzas, las cosas saldrán mal, y entonces te sentirás humillado o desilusionado. Sin embargo, el miedo al fracaso es una nube mental que nos paraliza, pero que carece de sustancia real. Una estrategia poderosa para superar este miedo es visualizar tu peor miedo. Piensa en lo peor que podría pasar si las cosas no salen como esperas. ¿Qué es lo más grave que realmente puede suceder?


Ahora, visualiza ese miedo como una nube frente a ti. En lugar de retroceder o intentar esquivarla, muévete hacia ella. Afronta el dolor, el fracaso o la incomodidad y di para ti mismo: "Trae el dolor, lo amo". Cuando te mueves hacia ese miedo en lugar de huir, descubres que el miedo pierde su poder. Esa nube se disuelve, y te ves catapultado hacia la luz, hacia la libertad de haber enfrentado algo que te aterrorizaba. El dolor te hace libre, y te das cuenta de que eres mucho más fuerte de lo que pensabas.


El cambio empieza aquí y ahora: implementa y avanza

El punto crucial es este: no esperes más. El conocimiento que has adquirido no tendrá valor hasta que lo pongas en práctica. No importa si tu estrategia no es perfecta. No importa si no tienes todas las respuestas. La única manera de avanzar es hacer, aunque sea de forma imperfecta.


Implementa pequeñas acciones, pasos que puedan parecer insignificantes, pero que te muevan en la dirección correcta. Poco a poco, esas acciones imperfectas empezarán a sumar. Cada paso que das hacia tu objetivo, por pequeño que sea, te aleja de la orilla y te adentra en las aguas del cambio.


Despedirse de lo que ya no nos aporta: cortar los hilos que nos frenan

A veces, no solo nos estancamos por el miedo a avanzar, sino también por aferrarnos a personas, situaciones o hábitos que ya no nos aportan. Mantener relaciones que ya no son saludables, seguir caminos que ya no tienen sentido para nosotros o aferrarnos a una idea de lo que deberíamos hacer puede impedirnos avanzar.


Decir adiós es difícil, pero necesario. No se trata de cortar de manera abrupta, sino de dejar enfriar, de dar espacio y reconocer que estamos en diferentes fases de la vida. Aceptar que lo que antes nos unía puede haber cambiado, y que está bien soltar. Deja de lado esas relaciones, personas o situaciones que ya no encajan en tu camino actual. Honra lo que fue bueno de esas experiencias, pero sigue adelante.


Conclusión: la acción, no el conocimiento, es la clave del cambio

En resumen, el verdadero cambio no ocurre cuando acumulas conocimiento, sino cuando decides actuar. El conocimiento sin acción es solo potencial desperdiciado. No necesitas tenerlo todo claro antes de empezar; de hecho, la claridad muchas veces solo llega después de actuar. Atrévete a dar el primer paso, a mojarte los pies y a moverte hacia adelante, aunque sea de manera imperfecta.


No te quedes mirando desde la orilla, esperando el momento perfecto, lánzate al agua. Implementa, aprende de tus errores y sigue avanzando. ¡Porque el camino se hace al cantar, digo al andar!



Dibujos animados caminando. Pingüino rayado azul y blanco, pájaro amarillo con gorrito, y gato marrón con pijama rayado blanco y rojo

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