Epi: ¡Hola, Blas! Estaba pensando en algo muy raro que leí ayer. Decía que "estar en el mundo, pero no ser del mundo" es una forma de ser libre. ¿Tú qué opinas?
Blas: ¡Uy, Epi! Eso suena complicado. Yo pensaba que ser libre era simplemente hacer lo que a uno le gusta, como comer helado todo el día o no ir a clase...
Epi: ¡Jajaja! Eso también puede ser divertido, pero creo que ser libre de verdad es más complicado. La idea es no dejarse llevar por todo lo que pasa a tu alrededor. Es como si fueras parte del mundo, pero sin que el mundo te controle. Imagina que no todo lo que pasa te afectara tanto... ¡sería genial!
Blas: ¡Ah! Ya entiendo. Como cuando no me dejo llevar por el lío de la clase de matemáticas, ¡pero sigo aprendiendo! Estar en el mundo, pero sin perder la cabeza.
Epi: Exactamente, Blas. Es como tener libertad por dentro, no solo por fuera. Además, también leí algo sobre las dualidades, como el placer y el dolor. Dicen que ambos son temporales, que vienen y van, como las olas del mar.
Blas: ¡Eso me gusta! ¡Las olas del mar suenan geniales! Si el dolor viene y se va, entonces no tengo por qué preocuparme tanto cuando me siento mal, ¿verdad?
Epi: ¡Así es! Y también el placer. No todo va a ser siempre felicidad, pero no hay que aferrarse a nada. Las emociones, sean buenas o malas, son como el viento: vienen y se van. Lo importante es no quedarnos pegados a ellas.
Blas: O sea, que si me caigo y me hago daño, no es para siempre, ¿no? El dolor pasará, igual que la risa cuando me cuentan un chiste.
Epi: ¡Exactamente! Todo es temporal. Y hay algo más que quiero compartir contigo: la mente y la respiración están muy conectadas. ¡Es como un jinete y su caballo! Si aprendes a controlar tu respiración, puedes calmar tu mente.
Blas: ¡Guau! ¡Qué fuerte! ¡Eso lo quiero probar! Si controlo mi respiración, puedo pensar con más claridad. Aunque, ¿a veces la mente no hace lo que queremos?
Epi: Claro que sí, Blas. A veces la mente se revoluciona, pero con la respiración, puedes calmarte. Es como darle a tu mente un descanso. Y no solo la mente, sino también las emociones. Si controlas tu respiración, también puedes sentirte más tranquilo.
Blas: ¡Genial! Eso suena como una superherramienta. Pero, Epi, una última pregunta… Si todo lo que sentimos, como el placer o el dolor, es solo temporal, ¿qué queda después?
Epi: ¡Qué buena pregunta, Blas! Lo que queda es nuestra conexión con algo más profundo, con el espíritu. No todo en la vida es físico. Hay algo más dentro de nosotros, que nos da paz y nos ayuda a comprender todo lo que pasa. Eso es lo que se dice que es “ser hijo del espíritu, no de la carne”. Es como si nuestra esencia fuera algo mucho más grande que lo que vemos y tocamos.
Blas: ¡Vaya, Epi! Eso suena muy profundo. Así que somos más que nuestro cuerpo, ¡somos como una energía gigante que está conectada con todo!
Epi: ¡Exacto, Blas! Es como si fuéramos parte de un gran todo. Y entender eso nos ayuda a ser más felices y a no perdernos en las pequeñeces.
Blas: ¡Qué bonito! Y también nos ayuda a no quedarnos atascados en las cosas malas, ¿verdad? Si todo cambia, entonces todo puede mejorar. ¡Me gusta esa idea!
Epi: ¡Así es, Blas! Todo está en movimiento, todo cambia, y lo único que podemos hacer es disfrutar del viaje y aprender a ser libres en nuestro interior.
Blas: ¡Qué profunda lección, Epi! Creo que ahora entiendo un poquito mejor qué significa ser libre... ¡aunque me sigue gustando mucho el helado!
Epi: ¡Jajaja! ¡A mí también, Blas! Aunque no olvides que el helado se derrite en un santiamén. ¡Disfrutémoslo mientras podamos!