Muy buenas, queridas y queridos Titánicos, ser adulto parece un asunto serio, lleno de facturas, responsabilidades, y esas frases como "¿has visto si llegó el recibo de la luz?". Pero, seamos sinceros, detrás de todo eso, seguimos siendo niños jugando a ser adultos. Jonathan Swift, autor de Los Viajes de Gulliver, lo resumió maravillosamente: "Visión es el arte de ver las cosas invisibles". Y si hay alguien que domina el arte de ver lo invisible, esos son los niños.
La verdad es que ser adulto es más un papel que interpretamos que un estado real. A continuación, y con un poco de humor, hablaremos sobre algunas claves para aparentar ser un adulto funcional sin renunciar a la chispa de infancia que llevamos dentro.
1. Aprende el lenguaje de los adultos (aunque sigas pensando en juguetes y helados)
El vocabulario adulto incluye palabras como “hipoteca”, “responsabilidad fiscal” u “organización”. Pero, ¿sabías que se puede usar ese lenguaje mientras sigues pensando en cómo te gastarías todo tu sueldo en figuras de acción o en un parque de atracciones? La clave está en practicar frases como:
- “Me parece prudente revisar el presupuesto familiar” (mientras mentalmente piensas en comprar tu pizza gourmet favorita).
- “Necesitamos priorizar las tareas” (cuando todo lo que quieres es terminar tu serie favorita).
2. Las apariencias cuentan, pero no tanto
Los niños no se preocupan por si la camiseta combina con el pantalón, pero los adultos sí. Bueno, eso parece. Una camisa bien planchada puede hacer milagros para aparentar ser maduro, aunque lleves calcetines de dinosaurios debajo. ¿La lección? La formalidad está en la superficie, pero el espíritu está en los detalles escondidos.
3. Domina el “modo adulto” para reuniones serias
Los adultos tienen reuniones. ¡Y muchas! Aquí es donde puedes sacar tus mejores trucos para parecer concentrado:
- Frunce el ceño mientras asientes lentamente.
- Di frases como: “Eso es algo que deberíamos analizar con calma”.
- Y si todo falla, toma notas, aunque sean dibujos de gatitos o robots.
4. Deja salir al niño de vez en cuando (o siempre que puedas)
Aunque parezca que ser adulto es todo deber y poco juego, lo cierto es que permitirnos pequeños momentos de diversión es lo que nos mantiene cuerdos. Corre por el parque, canta en la ducha, baila en la cocina o róbale un helado a alguien (pero devuélveselo después, porque eres responsable, ¿recuerdas?).
5. Encuentra tu "adultoscopio"
Si los niños tienen telescopios para mirar las estrellas, los adultos necesitan un "adultoscopio" para observarse a sí mismos. Este es un arte que consiste en preguntarse:
- ¿Estoy siendo demasiado serio?
- ¿Qué haría mi yo de 8 años en esta situación?
- ¿Cuánto tiempo hace que no me divierto sin remordimientos?
La respuesta a estas preguntas te puede llevar a realizar actividades tan “adultas” como jugar al escondite, construir castillos de arena o coleccionar cromos otra vez.
6. El secreto final: no te lo tomes tan en serio
La verdad es que no hay un manual definitivo para ser adulto, porque nadie sabe lo que está haciendo, por más que lo aparenten. Como decía Swift, ser adulto quizás no sea más que aprender a ver lo que otros no ven: esa combinación de responsabilidad y espontaneidad que nos permite disfrutar del viaje sin perder de vista lo importante.
Si vuelves a encontrarte en medio de una reunión importante o frente a una pila de platos sucios, ya sabes que no estás solo en esto. Todos somos niños grandes intentando aparentar ser adultos. Y aunque la cáscara se vaya "pochando", el espíritu infantil sigue ahí, esperando a que le demos permiso para salir y jugar.
¿Y para ti cuál es el truco infalible para equilibrar las apariencias de la adultez con la diversión del niño que llevas dentro? 😊