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Lata, hablar y micrófono

Non sei, meu pai non mo dixo: ¿qué transmitimos cuando hablamos?

Querida familia Titánica, recuerdo una tarde de verano, una escapada exprés al pueblo de mi abuela en Lugo, ese lugar donde el tiempo parece detenerse y la vida sigue su curso a un ritmo más lento. Como era habitual, mi familia me invitó a dar una vuelta por la plaza de siempre, esa plaza random donde todo sucede sin prisa. Era uno de esos días en los que uno se siente parte de un lugar, de sus recuerdos, pero también sabe que hay algo más allá: el futuro, las oportunidades, y sí, las expectativas.


En ese ambiente familiar, donde el sol se colaba entre las sombras de los árboles y la brisa marina del norte acariciaba la piel, recibí una videollamada que cambiaría mi perspectiva. Era una invitación a formar parte de un grupo de jóvenes de Asturias que luchaban por la reivindicación del empleo en la región. Acepté encantada la oportunidad, ansiosa por compartir ideas, por contribuir, y sobre todo, por aprender.


Sin embargo, lo que ocurrió en la entrevista fue algo que nunca olvidaré. El chico, que lideraba el grupo, me dijo algo que no esperaba: "Dices muchos ‘no sé’, por lo tanto no transmites seguridad. Tampoco has emprendido. Lo siento, no puedes entrar en nuestro grupo selecto de networking." Esas palabras se quedaron flotando en el aire. ¿Cómo puede una simple muletilla, unas palabras tan cotidianas como “no sé”, dejarme fuera de algo que tanto deseaba? ¿Cómo algo tan inocente, tan parte de mi manera de hablar, podía tener tanto peso?


Este episodio me hizo reflexionar profundamente. Como habréis notado, una muletilla que tenemos tan asumida en nuestro lenguaje puede transmitir un mensaje totalmente opuesto a lo que realmente somos. Esa sensación de inseguridad, de duda, de falta de experiencia… es la imagen que dejé. Pero ¿es esta imagen el reflejo de mi ser auténtico? ¿De mis conocimientos? ¿De mis capacidades? No. Y sin embargo, el lenguaje tiene el poder de hacerlo.


Me quedó claro que nuestra forma de expresarnos no solo refleja lo que pensamos, sino que también comunica lo que los demás perciben de nosotros. Y lo curioso es que muchas veces, nos olvidamos de que el lenguaje no es lo único que transmite convicción. El lenguaje corporal, el tono de voz, la postura, el contacto visual, incluso el contexto en el que nos encontramos… Todo eso tiene un impacto. El lenguaje es importante, claro, pero no lo es todo.


Meses después de aquella experiencia, la vida me llevó a San Sebastián, una bella ciudad que me acogió para trabajar en un proyecto que soñaba desde hace años. Allí, me di cuenta de que las experiencias, los aprendizajes, la capacidad de adaptarse a un entorno distinto, son las que realmente importan. Y también entendí que las personas no son solo lo que dicen, sino cómo lo dicen, cómo lo viven, cómo lo sienten.


Entonces, ¿qué nos ayudará a transmitir más convicción? La respuesta radica en ser conscientes de cómo nos comunicamos y qué queremos compartir. La verdadera convicción no está solo en las palabras, sino en el sentimiento que hay detrás de ellas. Si realmente creemos en lo que estamos diciendo, si lo vivimos con pasión, si nuestras acciones y nuestras ideas respaldan lo que comunicamos, entonces no importa tanto si nos sale un "no sé" de vez en cuando. Es solo una expresión, pero lo que importa es el mensaje global.


El lenguaje, como toda herramienta, puede ser un aliado o un enemigo, dependiendo de cómo lo usemos. Pero si lo acompañamos de autenticidad, de acción, de claridad, y sobre todo de respeto por nosotros mismos y por los demás, la forma en que nos expresamos se convierte en un puente, no en una barrera. Y eso, mis queridos lectores, es lo que realmente nos permite salir airosos, tanto con nuestra gente como con las nuevas personas que nos encontramos en el camino.


Conclusión: no te preocupes si alguna palabra se cuela en tu discurso y no parece perfecta, recuerda que hay muchos más recursos que las palabras para transmitir quién eres realmente. Lo que cuenta es lo que llevas dentro, lo que eres y cómo te presentas al mundo.



Pingüino rayado azul y blanco, pájaro amarillo con gorrito, y gato marrón con pijama rayado blanco y rojo

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