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Foto de puente de hormigón en blanco y negro

Obligaciones sin consideraciones

Amigas y amigos Titánicos, la palabra “obligación” proviene del latín “obligatio”, que significa “compromiso” o “deber”. En el núcleo de esta palabra encontramos “ligare”, que significa “atar” o “unir”. La noción de obligación siempre ha estado vinculada a la idea de estar atado a una acción, a un deber moral o legal.


En nuestra vida diaria, las obligaciones son omnipresentes y tienen un impacto profundo en nuestra forma de actuar y de sentir. La naturaleza humana es paradójica: lo prohibido resulta atractivo porque representa lo desconocido, lo desafiante, mientras que lo obligatorio puede generar resistencia, sobre todo cuando se percibe como una imposición externa que no resuena con nuestra identidad o valores.


Cuando algo no encaja con nuestros propósitos o ideales, surge una lucha interna. Nos encontramos cuestionando la validez de esas obligaciones, especialmente si provienen de normas sociales o leyes que consideramos anticuadas o hipócritas. Curiosamente, también podemos ser los primeros en imponer esas normas sobre nosotros mismos, reflejando un doble estándar que evidencia nuestra complejidad.


Sin embargo, existe una gran diferencia entre la obligación impuesta y la autoimpuesta desde el deseo y la voluntad. El compromiso voluntario se nutre de la pasión y de la convicción personal, lo que facilita su cumplimiento. Cuando estamos genuinamente alineados con una meta, la línea entre obligación y deseo se desdibuja, y la acción se convierte en un acto natural y fluido.


Al final, comprender y equilibrar estas dinámicas puede ayudarnos a vivir de manera más coherente y satisfactoria, actuando no solo por obligación sino también desde un lugar de auténtico compromiso personal.



Dibujos animados caminando. Pingüino rayado azul y blanco, pájaro amarillo con gorrito, y gato marrón con pijama rayado blanco y rojo

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