Carrito de la compra
Loading
Tortuga griega y reptil

Pursuit: más que un juego, una revelación

Introducción: cuando no sabes por qué, pero sigues

Titánicos y Titánicas de mi corazón, hay momentos en los que algo nos mueve sin que podamos explicarlo. Caminamos hacia un lugar, tomamos una decisión, aceptamos un reto sin tener argumentos que lo respalden del todo. Es como si el cuerpo lo supiera antes que la mente. Como si algo en nosotras ya estuviera preparado para el cambio, aunque no sepamos ponerle nombre.


El "pursuit", esa búsqueda que no se resuelve ni se tacha de una lista, aparece entonces como una palabra ancla. No es una meta concreta, sino el impulso que nos lleva a seguir, incluso cuando no entendemos del todo hacia dónde vamos.


El sueño: símbolos del inconsciente

Soñé con el grupo The Hives. Yo era parte de ellos. Nos vestíamos todos con una especie de sotanas a juego, y nos turnábamos para salir al escenario, como si formáramos parte de un mecanismo cíclico, casi absurdo, como el de un rollo de papel higiénico. Luego, en la calle, abrazaba al bajista (o al guitarrista), pero él me respondía de forma fría. En medio de toda esta escena, el nombre "Hive" se traducía visualmente en una tortuga negra.


Ese sueño me dejó una sensación extraña, pero nítida. Me hablaba de pertenencia y de frialdad, de ciclos y de ritmos lentos. De lo compartido y lo distante. De lo que quiero y lo que no me corresponde. De la escena y del silencio.


El ritual del cuerpo que intuye

Hay momentos en los que las palabras no bastan. Entonces aparece el cuerpo, con sus rituales, sus susurros, sus formas de saber sin explicar. Este es el ritual que me surgió, y hoy lo comparto para cuando el cuerpo sabe lo que la mente aún no nombra:


Me visto de sombra compartida,

con otros que aún no sé si son yo.

Nos turnamos los cuerpos,

nos prestamos los gestos,

salimos al escenario como quien gira

una herida redonda y blanca.


Un rollo, un ciclo,

una danza que limpia y mancha.

La música me llama desde dentro,

pero no todos los abrazos calientan.

Algunos, como el del guitarrista,

solo rozan la piel y se van.

Y está bien.


No todo lo que deseo me desea de vuelta.

No toda respuesta viene tibia.

Camino por la calle con una tortuga en el pecho.

Su caparazón es negro como lo que aún no sé.

Pero se mueve.

Y eso basta.


La sabiduría no corre:

se arrastra suave,

deja huella.


Esta noche no busco entender,

sólo sentir cómo el sueño me atraviesa.

Cómo mi cuerpo me susurra:

ya estás dentro del cambio, aunque aún no lo veas.

Cuando sientas que no sabes,

cuando duela la espera o el gesto,

vuelve a la tortuga.

Pon la palma sobre tu vientre,

y repite tres veces en silencio:

soy verdad resiliente.


Pursuit como palabra ancla

El "pursuit" no es una meta ni un objetivo cerrado. Es la razón por la que las metas cobran sentido. No es el premio ni el éxito, sino el hilo que une los pasos. A veces es conocimiento, a veces belleza, a veces una canción que nace sin letra.


Patch Adams hablaba de esto como impulso vital, aquello que va más allá de la productividad o la validación externa. En mi caso, el pursuit adopta muchas formas: un sueño, una clase, una canción que se insinúa, un gesto en el cuerpo que pide espacio.


Cierre: no saber es parte del camino

Tal vez nunca sepa exactamente cuál es mi "pursuit". Pero cada vez que escribo, bailo, sueño o escucho a mi cuerpo antes que a mi mente, siento que estoy más cerca de lo verdadero.


La búsqueda no se acaba, pero se vuelve hogar.



Pingüino rayado azul y blanco, pájaro amarillo con gorrito, y gato marrón con pijama rayado blanco y rojo

© 2025, TITÁNICA