Vivir en el siglo XXI, cuando rozas los treinta, puede ser como navegar por aguas turbulentas. A veces, sientes que, a pesar de haber seguido todas las reglas, el país que te vio crecer y te dio una educación te empuja lentamente hacia el borde del mapa, como si tu historia ya no encajara en su plan. Estás sobrecualificada, atrapada en un limbo de inestabilidad, haciendo malabares para no perder de vista tu salud física y mental. El emprendimiento comienza a aparecer como una obsesión, una tabla de salvación, pero luego te preguntas: ¿en qué centrarte cuando eres la persona más curiosa e inquieta del mundo? (Bueno, la segunda, tras Da Vinci).
La lucha por la independencia... y el anhelo de descanso
Te ves atrapada en ese delicado equilibrio: deseas independencia, crear tu propio camino y construir algo que sea solo tuyo, pero al mismo tiempo te abruma el cansancio. Tras años de estudio, trabajos temporales y apenas ver el sol fuera de las cuatro paredes de tu escritorio, el anhelo de "mandarlo todo a la porra" y tomar un rumbo completamente distinto no deja de llamar. Holanda, flores, algo sencillo, donde los problemas parezcan menos densos. O tal vez Camboya, educando a niños que no han tenido ni la décima parte de tus oportunidades. Suena tentador.
Pero entonces revisas documentales como "Érase una vez el hombre" y recuerdas las profecías de los años 70: un futuro lleno de montañas de basura. Y ahí estás, décadas después, viendo cómo el mundo sigue tropezando con las mismas piedras. El sistema parece podrido, lleno de promesas vacías y políticas que te invitan, de una manera u otra, a "pasar por el aro".
Sueños simples y cambios microminúsculos
A estas alturas, tus sueños ya no son grandes ni pretenciosos. Han encogido, reducido a lo esencial: un trozo de tierra para plantar tomates, un techo para sentirte protegida, algunos libros para alimentar el alma y quizás un amigo... aunque sea un espantapájaros. No sueñas con cambiar el mundo, pero te conformas con realizar pequeños cambios, casi imperceptibles, que puedan mejorar tu vida y, con un poco de suerte, la de quienes están en el mismo barco. Porque a veces, lo único que necesitamos es el simple consuelo de hacer las cosas un poco más manejables.
Buscando alternativas
Frustrada pero determinada a no rendirte, empiezas a buscar alternativas. No grandes soluciones, sino pequeños pasos que puedan darte un respiro:
Trabajar en otro país europeo
A veces, el cambio que necesitas no está tan lejos. Buscar trabajo en otro país de Europa puede abrirte la mente y darte una perspectiva nueva. El Portal Europeo de la Juventud ofrece un sinfín de información sobre trabajos y voluntariados por todo el continente, con experiencias que pueden ampliar tu horizonte. Más info
Movilidad para artistas
Si sientes que tienes un alma artística, hay programas de movilidad que te permiten seguir desarrollando tus habilidades y conocer culturas diferentes. Puedes encontrar apoyo para esta búsqueda de inspiración en el mismo Portal Europeo de la Juventud. Más info
Proyectos solidarios
Tal vez no se trate tanto de huir, sino de ayudar. Participar en proyectos solidarios no solo te conecta con personas que también buscan significado, sino que te brinda la oportunidad de hacer algo positivo. A veces, el propósito que necesitamos está al alcance de la mano, y estas iniciativas te ofrecen la plataforma para hacerlo realidad. Más info
Abriendo un futuro de posibilidades
Es cierto, la desazón y la frustración son emociones legítimas. Nadie puede negar lo complejo que es lidiar con la incertidumbre y los altibajos constantes de esta época. Sin embargo, cada pequeño paso que das en dirección a tus deseos y principios puede marcar la diferencia. Quizás no necesitemos transformar el mundo en un solo movimiento, pero cada cambio microminúsculo que hacemos, cada semilla que plantamos, tiene el potencial de crecer y crear algo mejor para nosotros y para quienes nos rodean.
No se trata de ser héroes, sino de encontrar nuestro lugar en el mundo, de seguir caminando hacia adelante, aunque sea a pequeños pasos. En esa búsqueda titánica, también podemos descubrir algo crucial: que la vida no tiene que ser perfecta para ser hermosa. Que los sueños, aunque más sencillos, siguen siendo válidos. Y que, tal vez, lo mejor aún está por llegar 💛