Querida familia Titánica, no puedo parar de hablar de arte, y por ende, de bailar, que para mí es sinónimo de vida. Y no es para menos, ya que en la incesante corriente de nuestros días, el baile emerge como un lenguaje sagrado de nuestra alma, una danza ancestral que nos conecta con lo más profundo de nuestro ser. En cada movimiento, en cada giro, encontramos una intersección, por qué no decirlo, divina, entre el cuerpo, la mente y la esencia, donde la música nos guía y el ritmo nos libera.
El baile es más que una simple expresión artística; es una forma de comunicación primordial que trasciende las barreras del lenguaje y nos lleva a un lugar más allá de las palabras. A través del baile, nos sumergimos en un estado de flujo, donde el tiempo se detiene y nos fundimos con la melodía del universo.
En esta danza sagrada, encontramos la liberación del alma, la oportunidad de expresar nuestras emociones más profundas y de conectar con los demás en un nivel más allá de lo físico. En cada paso, compartimos una parte de nosotros mismos, revelando nuestra verdadera esencia y permitiendo que otros nos vean tal como somos.
El baile es una celebración de la vida, un recordatorio de la alegría y la belleza que habita en cada uno de nosotros. En cada movimiento, honramos nuestra humanidad compartida y nos conectamos con la fuente misma de la creación. En el baile, encontramos la libertad de ser quienes realmente somos y la oportunidad de expresar nuestra gratitud por el regalo de la existencia.
Así que, amigos Titánicos, que nuestros ánimos se eleven al ritmo de la música, que nuestros cuerpos se conviertan en bellos instrumentos y que cada paso nos lleve más cerca de la verdad eterna que yace en lo más profundo de nuestro ser. En la danza de la vida, encontramos la plenitud del alma y la promesa de unión con el universo mismo. Que nuestro baile sea una expresión de amor y gratitud, una celebración de la vida en toda su gloria y esplendor.
Os mando un abrazo muy fuerte, en lo que Maria Bethânia toma el relevo del corazón 💛