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Castillo, princesas y Eurodisney

Somos mujeres libres... o al menos tratemos de pensarlo

Titánica de mi corazón, imagina esto: un grupo de zombis organizando una fiesta. Sí, una Zombie Party, con luces estroboscópicas, refrescos de cerebro (de tofu, por supuesto, que son zombis veganos), y música a todo volumen. Si los muertos vivientes, que apenas pueden mantener un paso coordinado, pueden reunirse y celebrarse a sí mismos, ¿por qué no podríamos las mujeres de los sueños y cuentos hacer lo mismo?


Claro, parece más sencillo para los zombis. No tienen que lidiar con las cadenas invisibles de las expectativas sociales, la culpa de no ser lo suficientemente "perfectas", o las dependencias emocionales disfrazadas de finales felices. Pero, ¿y si nosotras también decidimos rebelarnos un poco?


Las cadenas invisibles de los cuentos

Desde pequeñas, las historias nos han vendido ideales difíciles de alcanzar:

  • La princesa que espera ser rescatada.
  • La heroína que lo puede todo pero jamás se despeina.
  • La villana, siempre glamurosa pero incomprendida.

¿Y si estos personajes decidieran unirse para celebrar su libertad? Podría ser algo así:

  • Blancanieves pidiendo a los enanitos que hagan su propia cena.
  • Cenicienta bailando en su propia fiesta, sin tacones y con zapatillas cómodas.
  • La madrastra malvada de cualquier cuento tomando el micrófono para decir: “No era maldad, era agotamiento emocional”.

Desprenderse de estas expectativas no es fácil. Muchas veces, incluso cuando queremos soltar el guion, nos encontramos regresando a él por costumbre o miedo. Pero, como cualquier fiesta bien organizada, todo comienza con una pequeña chispa: la decisión de hacer algo diferente.


¿Qué significa ser libres?

Ser libres no es solo romper cadenas; es aprender a no necesitarlas. A veces las cadenas son las opiniones ajenas, las dependencias emocionales o incluso nuestra propia voz interna diciéndonos: "¿Y si no es suficiente?".

Liberarse puede significar:

  • Rechazar esa invitación a cumplir expectativas que no hemos elegido.
  • Dejar de compararnos con otras mujeres o con versiones idealizadas de nosotras mismas.
  • Permitirnos ser humanas, con días buenos y días terribles, sin tener que justificarnos.

Porque ser libre no significa ser perfecta. Significa ser tú misma, aunque esa tú misma sea una mezcla de errores, contradicciones y grandes ideas a medias.


La fiesta de las mujeres de los cuentos

Entonces, ¿cómo sería la fiesta de las mujeres de los cuentos y sueños? Tal vez algo así:

  • Rapunzel soltando el cabello y decidiendo cortárselo a la altura de los hombros.
  • Ariel devolviendo la voz que le quitaron y reclamando que no necesita piernas para bailar.
  • Bella leyendo tranquilamente en una esquina mientras el resto baila, porque su libertad es elegir cómo pasar su tiempo.

Y todas juntas, unidas por la misma idea: no necesitamos finales felices para ser felices aquí y ahora.


La libertad como proceso, no destino

Nadie dice que sea fácil. Las cadenas a veces son cómodas porque las conocemos bien. Pero si los zombis pueden bailar descoordinados, sin preocuparse de cómo se ven, nosotras podemos aprender a hacer lo mismo.


Seamos libres, aunque sea a ratos. Aunque tengamos que ensayar nuestra libertad como si fuera un baile nuevo. No se trata de tener todas las respuestas, sino de atrevernos a formular nuevas preguntas.


¿Y si hoy hacemos una pequeña fiesta para celebrarnos? Sin expectativas, sin reglas, solo nosotras. Porque, como dice un cuento que aún está por escribirse: "No necesitas un príncipe, un reino o una torre dorada. Solo te necesitas a ti misma, sin el permiso de nadie para ser libre, para ser a tu manera".



Pingüino rayado azul y blanco, pájaro amarillo con gorrito, y gato marrón con pijama rayado blanco y rojo

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