Queridas y queridos Titánicos, el Taekwondo es mucho más que un arte marcial: es una filosofía de vida y un símbolo de identidad nacional para Corea del Sur. Sus raíces están profundamente ligadas a la historia y a los valores de una nación que ha experimentado una larga trayectoria de luchas por la independencia, la cultura y la unidad. El Taekwondo es también un reflejo de principios naturales y matemáticos, como la secuencia de Fibonacci y la sinusoide, que están presentes en las técnicas y en la filosofía de este arte.
El origen del Taekwondo y su rol en la unidad nacional
El origen del Taekwondo se remonta a los antiguos reinos coreanos de Goguryeo, Silla y Baekje, donde ya se practicaban formas de combate llamadas “taekkyon” y “subak.” Sin embargo, fue en el siglo XX, después de la independencia de Corea tras la ocupación japonesa, cuando el Taekwondo comenzó a ser formalizado y estructurado en su forma moderna. Con la creación de la República de Corea, el Taekwondo fue promovido como un símbolo de identidad y unidad nacional, buscando representar el espíritu de una nación que valoraba tanto la disciplina como la autodeterminación. En ese contexto, el Taekwondo se convirtió en una herramienta de cohesión social y cultural.
Filosofía de movimiento y la onda sinusoide
El Taekwondo se basa en la fluidez, la armonía y la alternancia constante entre tensión y relajación, lo que lo convierte en una práctica dinámica y fluida. En este sentido, la onda sinusoide es un concepto fundamental en la técnica de Taekwondo. Las técnicas del Taekwondo siguen un patrón de movimiento ondulante, alternando entre el alzar y el bajar, el enrollar y el desenrollar, de una forma que recuerda el comportamiento de una sinusoide. Esta oscilación es visible, por ejemplo, en los movimientos que requieren bajar el centro de gravedad para generar fuerza y luego subir para proyectar esa energía en un golpe.
La forma en que se inicia un golpe, con una ligera contracción para luego extender el cuerpo, refleja el patrón de un ciclo sinusoidal: una sucesión natural de expansión y contracción que hace que el movimiento sea potente, pero también armónico y controlado.
La secuencia de Fibonacci y la técnica del enrollar y desenrollar
La sucesión de Fibonacci, conocida por sus aplicaciones en la naturaleza y el arte, también tiene una interesante relación con el Taekwondo. En esta disciplina, las técnicas de combate incorporan un movimiento que parece “enrollarse” para luego “desenrollarse,” lo cual aumenta la potencia del golpe. Este concepto puede entenderse a través de la idea de una espiral de Fibonacci, que aumenta su radio de forma progresiva y fluida. La espiral no tiene bordes ni divisiones; es un flujo continuo que, en términos de combate, significa que cada técnica sigue a la otra de forma natural y sin interrupciones.
El Taekwondo enseña a coordinar los movimientos en una cadena de técnicas fluidas y efectivas, donde la fuerza se acumula de forma progresiva. Al igual que en la secuencia de Fibonacci, donde cada número es la suma de los dos anteriores, en el Taekwondo cada movimiento se alimenta de la fuerza del movimiento anterior. Esta sucesión crea una especie de continuidad entre técnicas que no solo permite ahorrar energía, sino que también hace que el flujo de combate sea armónico y equilibrado.
Taekwondo como filosofía de vida: más allá del movimiento físico
El Taekwondo no solo busca la destreza física, sino también la mejora de la fuerza mental, la disciplina y la integridad. Las ondulaciones del movimiento recuerdan también la fluidez y el cambio constante en la vida misma. En la práctica, el Taekwondo enseña que los obstáculos y desafíos se superan no solo con fuerza bruta, sino con adaptabilidad, resiliencia y equilibrio, siguiendo un ciclo natural de contracción y expansión, de resistencia y liberación.
En esencia, el Taekwondo, con su relación a la onda sinusoide y la secuencia de Fibonacci, nos invita a pensar en la armonía con la naturaleza y en el flujo de la energía en todas sus formas.