Desde niña, la lectura ha sido una constante en mi vida. Estudié una carrera que luego no ejercí y trabajé durante 26 años en un sector que, pese a no apasionarme, me permitió desarrollar una sólida trayectoria profesional. Tras dejarlo, decidí aprovechar mi tiempo libre para explorar nuevas aficiones. Pinto (aún tengo mucho que aprender) y, en un arranque de curiosidad, me propuse escribir una novela. Creí que no pasaría del segundo capítulo, pero una amiga me animó a seguir adelante, hasta que, para mi sorpresa, terminé la historia. No se basa en mi vida, sino que  nació de una necesidad: tras mudarme a Cádiz y enamorarme de la ciudad y su gente, sentí el impulso de plasmar esa emoción en palabras. Esta novela es el resultado.

Confieso que me siento una intrusa, pero pienso que no ha quedado nada mal. Quienes me han leído dicen que la novela engancha y que no tiene nada que envidiar a otras novelas con altas cifras de ventas.

Respecto a mi parte más personal, mi mundo al margen de los libros, vivo en familia y gracias (hace años decía “por culpa”) a una enfermedad autoinmune, me vi obligada a dejar atrás mi vida laboral. Me tuve que enfrentar a lo que siempre había rechazado para mí misma (¡no concebía no ir a la oficina a diario!). A día de hoy considero que tengo muchísima suerte, pues disfruto de las cosas pequeñas, vivo en paz y armonía y valoro todo lo que antes daba por hecho y que, en realidad, es la base de mi felicidad.