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UN NIÑO CON UN RELOJ A CUESTAS. Author: José Luis Rico

English (google):

José Luis Rico is a self-taught Spanish poet ("I am a poet, exclusively for my vocation to think"). Co-founder of ALGAR group and co-director of ALGARIA O., member of the MEDITERRANEAN COLLECTIVE and coordinator of the poetry group VERSO A VERSO of the Permanent University of the University of Alicante (UPUA).

Winner of several prizes of which, as he says, "I prefer not to speak, because they are not relevant, nor do they contribute wealth to my work". Author of the poetry books: Scar of flight; Mantis alibi; In the garden of El Bosco; A mirror of alcohol; Drawing birds of fire over ponds; Some of them still unpublished "because I'm not obsessed with the idea of publication." They have published, commented or reviewed his work, among others, Authors Readers; Insula; Lletraferit; Arga River; Reef; Workshop Prometheus; The country; The vanguard; Journal of Extremadura; Journal Information; The truth…

We are faced with an anomalous work, or rather, different in the poetry of José Luis Rico. In "A child with a clock on his back", he has tried to perform a kind of speech surgery, trying to reach the marrow of the poem; Condensing the emotional impact facing the reader. However, this freshness of brevity is not in any way at odds with the coherence of its trajectory towards the knowledge of the Human Being through its own knowledge and the approach of the existential "Big Doubts".

 

Spanish:

Prólogo

 Dicen las buenas lenguas que la poesí­a se inventó para conmover, para iluminar, para indignar, para provocar pequeños cataclismos, para apaciguar las aguas, para aliviar escoceduras o incluso para espantar la indolencia. La verdad es que la poesí­a en su sentido profundo no fue jamás un invento; nació, como todo milagro biológico, de la casualidad y de la concurrencia de factores tan imprevistos como que el hombre comenzara a caminar sobre dos piernas, y el gruñido, el grito y el gemido se transformaran en voz.

A partir de ahí, las palabras se aliaron con la vida, con la naturaleza, con la música y, esencialmente, con todo lo invisible. Lo invisible es aquello que existe pero que no se puede tocar con otros dedos que no sean los del alma. Y en eso de tocar, de palpar, de pellizcar lo intangible, José Luis Rico es un experto; un experto y un verdadero señor.

Como él mismo relata en la primera parte de este libro "Fragmentos de una esfera“, nada más levantarse, le regala un saludo a los amaneceres, se viste de cómico o de funámbulo, se coloca su boina, se echa sobre los hombros una capa de lluvia que espanta los malos presagios, se deja abrazar por los árboles y, antes de adentrarse en la mañana, comprueba que en el bolsillo izquierdo del chaleco lleva el reloj: una esfera tan clara y precisa como el pasado que ama y que constituye todo su equipaje.

José Luis Rico es un tipo enamorado que siempre escribe para la misma y para todas las mujeres. Habla con ella sin confundir las sílabas ni el nombre, sin olvidar las letras del naufragio, respetando como el que más el desorden de la ropa esparcida, de los labios y los besos que yacen en el suelo de cualquier manera, respetando las canas de las sábanas de ayer, de los horarios que se ajustan como un guante a la ansiedad. Habla con ella sabiendo que cuarenta y un años de amor -o su equivalencia en monedas de asombro: catorce mil novecientos sesenta y cinco días- no son más que el principio.

José Luis Rico incendia los bosques de la indiferencia cuando inventa un verso nuevo, cuando prende fuego a sus metáforas o cuando junta palabras que, entre ellas, nunca tuvieron el gusto de conocerse. Cita a Shakespeare si le asalta una pasión y se pierde por cualquier arboleda, por calles desoladas, por viejas postales con nubes y tranví­as, por bares que cierran más allá de los gatos.

José Luis Rico es un poeta que necesita tocar para creer. Con urgencia o sin ella, a quemarropa o a una sabia distancia, recorre con sus manos los mapas del absurdo, los muslos frí­os de una ausencia tan húmeda y tan ancha como el miedo, la desnuda extensión de una cama vacía o el espacio hospitalario de una página en blanco.

José Luis Rico es honesto hasta el dolor. Es digno con la pluma, con los pasos (aliados y cómplices), con la sombra de su cuerpo leve, con sus dedos de ciego que no se cansan nunca de buscar, de abrirse paso entre la niebla, de barajar las cartas de un póquer imposible.

José Luis Rico sabe como nadie que la vida es un guion entre dos fechas y que lo único que importa es defender, a fuego y dentelladas, su corazóin de niño; es ésa su misión: apartar de un zarpazo a los especuladores que manejan el tiempo y lo adulteran, encontrar a ese pequeño que se adentró en el laberinto con un reloj a cuestas y una larga cometa de sueños de colores.

Por lo demás, el libro que ahora sostienes en tus manos encierra otras sorpresas para un lector como tú. En su segunda parte -Trazos sobre un muro gris (poemas para Facebook)- te aguardan 71 aforismos, greguerías, apotegmas, adagios, paremias, wellerismos y chispazos lí­ricos de una extraordinaria belleza que el poeta ha colocado exactamente ahí­ para que los saborees con la misma fruición con la que se mastica un dulce que nos estalla en la boca, que nos inunda la garganta y que sentimos vibrar en el paladar del pensamiento.

La poesí­a aparecía probablemente cuando José Luis Rico dejó de gatear y se elevó sobre sus dos piernas delgadas, cuando cogió su primer lápiz y dibujó en cualquier lugar algo parecido a un reloj, a un niño y a un tibio amanecer sembrado de colores.

 

José Luis Ferris

Escritor, Profesor de Literatura Española. Universidad Miguel Hernández.

 

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