El neopaganismo, aliado del judaísmo

El Neopaganismo, aliado del judaísmo

LOS HOMBRES QUE GIRAN EN CÍRCULOS

Traducción de un extenso artículo escrito por el francés Hervé Ryssen, originalmente titulado «Les hommes qui tournent en rond»


La sociedad occidental de inicio del siglo XXI prosigue su mutación cosmopolita a velocidad acelerada. Se volvió el laboratorio donde se elabora la nueva sociedad globalizada, multicultural y multirracial que algunas mentes malhechoras desean instaurar por todo lugar en el mundo encima de los escombros de las sociedades tradicionales y de las libertades tribales. Los señores  de Hollywood y de Wall Street y todos los partisanos de la homogenización planetaria incrustados en nuestros países, parecen animados por un verdadera frenesí unificador. Su propaganda ha invadido desde hace tiempo las pantallas de televisión, los diarios, las radios, las salas de cine y atragantado sistemáticamente la cultura de los autóctonos que ellos han esclavizado. Por todos los medios, los cosmopolitas buscan realizar su proyecto planetariano, buscan instaurar el gobierno mundial de sus sueños prometidos por los profetas. La “paz” en el mundo, dicen ellos, será “absoluta y definitiva”. El hecho es que estas personas trabajan sin descanso para alcanzar su fin. Para ellos, sin ninguna duda, la historia tiene un sentido. ...


...No se puede dudar de la sinceridad de Alain de Benoist en su defensa de la identidad europea y en su oposición al globalismo unificador. Sin embargo el hombre tiene una fastidiosa tendencia a asociar el judaísmo y la Iglesia católica, de manera perfectamente inepta. La verdad es que el “judeocristianismo” que él evoca no existe más que en la boca de los intelectuales judíos o de los goys judaizantes impregnados de cosmopolitismo mediático. Es evidente que la civilización europea, desde hace 2000 años, es heleno-cristiana y ciertamente no “judeo”. Nos basta constatar que son los judíos quienes, desde hace decenios, dan los golpes más rudos a nuestra identidad europea y no los cristianos. Son los financieros judíos, en primer lugar, quienes sostienen las políticas de inmigración en Europa; son los productores judíos de Hollywood quienes vierten cataratas de propaganda cosmopolita y volquetes de basura sobre nuestras pantallas; son los intelectuales judíos quienes no han cesado, desde hace lustros, en burlarse de la religión católica, promover la igualdad de todos y promover los derechos “Humanos” , (no han cesado) por todos los medios a culpabilizarnos a fin de disolver nuestras naciones y nuestra cultura común heleno-cristiana. Pero de Benoist lleva gafas filtrantes: él no ve a los judíos. Ahora, hay que comprender que si los padres de la Iglesia habían retomado por su cuenta una visión lineal de la historia es por la simple y buena razón que ésta era absolutamente indispensable para oponerse eficazmente al fanatismo judío...

EL ODIO A LA IGLESIA

...Algunos ideólogos de las teorías cíclicas y del “eterno retorno” expresan también un odio visceral a la Iglesia católica. Nietzsche, a ello, se había entregado a corazón ardiente en sus libros asociando desconsideradamente lo judío y lo cristiano. En el libro La généalogie de la morale (1887), escribe: «son los judíos quienes, con una espantosa lógica, se atrevieron a revertir la ecuación de los valores aristocráticos (bueno = noble = bello = feliz = amado por los dioses), y que mantuvieron esta reversión con la tenacidad de un odio sin fondo (el odio de la impotencia) afirmando “únicamente los miserables son los buenos; los pobres, los impotentes, solamente los bajos hombres son los buenos; los sufridos, los necesitados, los enfermos, los deformes, son también los únicos piadosos, los únicos bendecidos por los dioses, para ellos hay una felicidad mientras que ustedes, los nobles y los poderosos, por toda la eternidad ustedes son los malos, los crueles, los lúbricos, los insaciables, los impíos…” 
Pero Nietzsche parece sobre todo hablar aquí de los cristianos, ya que él añade: «Con los judíos había comenzado la revuelta de los esclavos en la moral; revuelta que tiene una historia de dos mil años detrás de sí. »  (Bon et méchant, § 7)