Es mi primer día en el trabajo, tengo 20 años, estoy en mi primera junta formal con el equipo. Somos seis, 3 mujeres y 3 hombres, el director del proyecto Juan, está leyendo en voz alta los pendientes y tecleando en su computadora.

Me mira fijamente y me dice, bienvenida, a partir de ahora, te haces cargo del control contable, gracias. Sin pensarlo mucho se me hace fácil decirle, pero soy ingeniera y me contrataron para instalar 3 equipos.

Se levanta de la mesa furioso y me grita, tú estás aquí para hacer lo que yo te diga, si te digo que traigas la escoba y barras la oficina, eso es lo que vas a hacer.

Me quedo inmóvil, callada y la junta sigue. Volteo a ver a los demás, todos disimulan, fingen que están escribiendo algo o revisando sus teléfonos. Estoy furiosa, pero también asustada. ¿Qué se supone que debería hacer? ¿Salir corriendo, renunciar, dejar que me griten, defenderme? No puedo dejar de pensar y le sigo dando vueltas en mi cabeza.

Termina la junta, salen todos excepto Alicia, mi jefa directa, se me acerca y me dice en voz baja, es mejor parecer tonta que abrir la boca y confirmarlo y se va.

No digo nada, tomo mis cosas y me voy a casa.

En el camino pienso en lo que pasó. Es mi primer día, el director me acaba de gritar, mi jefa me dijo tonta. No logro sacarme eso de la cabeza.

Y decido, que no quiero ser ni parecer tonta. De ahí en adelante, me dedico a observar a todos, a tomar notas a ver quién dice qué, cuándo y cómo lo dice y la reacción que eso genera en los demás.

Estoy aprendiendo. Hago todo lo posible por no hablar, por semanas me limito a responder, si, ok, te mando un correo. 

Cuando no tuve más opción que empezar a hablar, me di cuenta, de que lo que me detenía era la inseguridad. Me daba terror volver a parecer tonta y que me gritaran otra vez en público.

Por eso empecé a investigar cómo se construía la confianza, qué necesitaba para tener seguridad y poder hablar con tranquilidad.

Esta investigación se convirtió en mi propia búsqueda personal, probaba todo lo que encontraba. Al final, me di cuenta de cuáles eran las cosas que realmente servían.

Así surgió el método “Piensa claro, Habla claro".

Los 7 pasos para pensar y hablar claramente.